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Analisis The Vanishing of Ethan Carter ,PC

¿Qué ha sido de los Carter?
Miercoles 01 de Octubre de 2014 por Dayo

Si no hubiera abierto mi enorme bocaza para decir que Mario Kart 8 es el juego más vistoso del año, diría que The Vanishing of Ethan Carter es lo más hermoso que vais a ver en mucho tiempo en un videojuego. Sus frondosos bosques de verde y naranja, lagos cristalinos y casas polvorientas ocultan un cierto aura. La atmósfera, el escenario es uno de los personajes principales de esta historia de misterio y su diseño, abierto pero lineal al mismo tiempo, es una muestra de la habilidad del equipo en The Astronauts, estudio que fundó Adrian Chmielarz al abandonar People Can Fly (Painkiller, Bulletstorm). Chmielarz explicó en su día cómo había abandonado el desarrollo AAA para buscar la trascendencia y poder desarrollar títulos más profundos; es una meta noble y un giro profesional afortunadamente cada vez más visto, pero él era diferente. Escribía blogs hablando sobre sus visiones de la narrativa de videojuegos, desmontando la introducción de Bioshock Infinite y sus errores ludológicos, hablando sobre aspectos esenciales del diseño y dando una master class tras otra. Ante semejante auteur mi esperanza de que su nueva obra fuese algo sorprendente crecía a cada nuevo día. El hype me es casi inevitable y cuesta mirar a su obra sin pensar en lo que podría ser, de modo que daré un paso atrás para contemplar The Vanishing of Ethan Carter como lo que es.

 

Una historia predecible. Una narrativa interesante.

 

Un juego con virtudes. Un juego con fallos.

 

Guiado por una carta del joven susodicho, el detective Paul Prospero llega a Red Creek Valley, una región centroeuropea perdida de la mano de Dios. A los pocos minutos nos encontramos en un bosque plagado de huesos tras esquivar trampas. Más adelante vemos un cadáver cuyas piernas han sido arrancadas por un vagón. El campo no parece inmutarse ante semejante muestra de violencia. La música tampoco cambia, como si ese contraste realzara lo silenciosa y directa que es la violencia: casi oculta, sin llamar la atención. Un golpe y estás fuera. The Vanishing of Ethan Carter hace muchas cosas bien. Más allá de lo estético logra ser abierto sin ser por ello confuso; no es directo e intuitivo, pero tampoco es cerrado. Red Creek Valley, ese pequeño reducto de naturaleza perdida, se puede recorrer rápidamente sin que deshacer nuestros pasos no sea una molestia. Cada pequeño rincón tiene una historia que contar; desde las viejas casas abandonadas hasta las botellas de cristal en el suelo. Este es un juego que no te coge de la mano, tal y como se indica desde el primer momento, pero esta no es una forma arrogante de decir que te dejan a tu suerte. Simplemente eres tú el que tiene que descifrar el mensaje.

 

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Si talento significa excelencia que no llama la atención, el equipo de The Astronauts tiene talento. Hay que mirar atrás para darse cuenta de cómo la historia está fraccionada temporalmente desde primer momento, manteniendo la coherencia y claridad; cómo el juego esconde sus pistas sin que por ello necesite, igual que hiciere LA Noire en su día, alguna pista sonora o del estilo. Es una experiencia orgánica, una que se aprovecha de la narrativa de los videojuegos y su dimensión interactiva. Tú eres el actor, eres Paul Prospero. A pesar de que algunos lo puedan tildar de walking simulator por la impresión que da a primera vista, por esos paisajes que tanto recuerdan a Dear Esther, The Vanishing of Ethan Carter tiene más que ver con un juego de misterio, uno de descubrimiento y aventura. Hay más tensión e intriga en lo profundo de sus minas que en muchos paisajes de este nuestro querido medio porque el juego les imbuye personalidad.

 

Pero todo este esfuerzo y esmero pivota en torno a su argumento. La opera prima de The Astronauts es una experiencia narrativa pero su historia, que bebe de clásicos como HP Lovecraft, es fácil de adivinar. No pretende ni necesita ser un mensaje profundo ni revelar alguna verdad esencial sobre la vida, pero en su esfuerzo por generar un aura de misticismo y por la necesidad de explicar sin por ello explicitar acaba trastabillando y revela sus cartas muy pronto. La magia de pronto se desvanece. El encanto que pueda tener su mashup de influencias se ve dañado por no mantener el frescor; lo que muestra remite inevitablemente a otros conceptos que perdieron su novedad hace décadas. Sus puzles, a pesar de su fluidez y naturalismo, no suponen un desafío real y acaban convirtiéndose en una serie de adivinanzas por ensayo y error de forma muy similar a Murdered: Soul Suspect. A pesar de los buenos detalles y una cierta intriga, al final resulta difícil sentirse como un detective cuando el juego te permite fallar una y otra vez sin que por ello se te penalice.

 

The Vanishing of Ethan Carter cree profundamente en los contrastes y, precisamente por ello mismo, resulta casi evidente que sea una obra plagada de ellos. Igual que la belleza musical de sus paisajes se contrasta con el horror silencioso de sus cadáveres, su excelente narrativa choca contra su argumento mediocre; su diseño de niveles contra sus mecánicas de investigación. Igual que Red Creek Valley, la obra de The Astronauts no es para todos y sólo merece un vistazo si buscas alejarte del mundanal ruido y buscar algo de ritmo más pausado, paciente y hecho con cuidado. Igual que sus cadáveres, tiene algunos elementos menos deseables y placenteros. El misterio radica en si esta es, o no, tu historia.

7.5

/ 10


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