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Analisis The Talos Principle - Road to Gehenna ,PC

Renovando el mito de Elohim
Sábado 25 de Julio de 2015 por Diego Emegé

No recuerdo cuándo supe de la existencia de The Talos Principle, pero sí que sé cómo empecé a intuir que se trataba de una obra muy especial. Fue durante la Gamescom del año pasado, en el stand de Devolver, donde lo probé por primera vez, acompañado de Tom Jubert, uno de los guionistas del juego. Me dejó con ganas de mucho más, y cuando salió a finales del año pasado cumplió con mis expectativas con creces, y se merecía haber estado en todas las listas de los mejores juegos de 2014. Por suerte para los posibles fans que haya por los mundos de Dios, Croteam ha lanzado Road to Gehenna, una expansión muy amplia que cuenta con un nuevo empuje narrativo.

 

En The Talos Principle nos personábamos en un universo de ensueño en la forma de un… algo, sea persona, robot, ciborg o vete-tú-a-saber con la misión de recopilar unas piezas de puzle llamadas sigils. Para ello nos movíamos en primera o tercera persona por varios y diversos entornos plagados de obstáculos en forma de barreras de energía, rompecabezas de láseres, ventiladores cajas y otros objetos, de bucles temporales y demás. Por el camino se nos proponían conflictos mentales en torno a nuestra existencia artificial mientras dos entidades de aparente naturaleza omnipotente luchaban por conseguir nuestra atención. La cosa era hacernos pensar, vaya.

 

 

En esta ocasión volvemos a contar con las expertas manos puzleras de la gente de Croteam, pero también con las plumas de Tom Jubert y Jonas Kyratzes, con lo que no solo nos podemos regocijar en los puzles más elaborados, sino que también toca volver a entrar en un universo narrativo profundo e ingenioso. Gehenna tiene lugar de forma paralela a los acontecimientos de Talos, pero en otro lugar de esos reinos de errores informáticos. En el primer juego no dejábamos de ver códigos QR esparcidos por millares de paredes, y la respuesta ya está aquí. Elohim es responsable de ello, al expulsar a algunos habitantes del reino a otras zonas, y encarcelándolos dentro de varios puzles. En sus últimos días, se da cuenta de sus acciones han sido un error, por lo que nos pide a nosotros, Uriel, que los liberemos. Ahora bien, ¿quieren que les liberemos?

 

Esto se traduce en una nueva colección de puzles que siguen los pasos que comenzó a dar Talos. Es decir, que la cosa se complica. En los primeros cuatro puzles os encontraréis redireccionando láseres con mucha precisión, aprovechando un conocimiento que solo se obtiene al jugar ampliamente al primer juego, y tratando de efectuar conexiones familiares con ventiladores, bloques y conectores, esta vez, en un escenario abierto, en lugar de espacios pequeños.

 

 

Los puzles de Gehenna son brutales; difíciles, pero brutales. Piden más de coco que de maña, que es lo que muchos esperamos de una expansión así. Mientras que los retos de Talos podían llegar a complicarse en exceso en ocasiones, en este caso toca pararse a pensar en las piezas de que disponemos y el espacio para colocarlas, en probar y experimentar hasta que nos venga un flashazo de genialidad que nos inspire para probar con algo nuevo y «leñe, claro que sí», pero de repente nos sentimos los malditos másteres del universo de la inteligencia.

 

Sí, pero, ¿para qué tanto puzle? Resulta que dentro de cada prisión, cada ciborg/robot (o lo que sean) tiene un ordenador a su disposición, y su situación ha resultado en una comunidad en red que está floreciendo gracias a ellos. Mediante paneles de información y acceso a información muy limitada sobre historia humana, se ha formado una cultura (que, por cierto, puede resultar una sátira excelente sobre las comunidades en internet). Cuentan con exposiciones de arte en ASCII, concursos de escritura y debates sobre los tropos de la vida. Al resolver puzles, obtenemos nuevos privilegios y podemos acceder a más hilos en los foros, incluyendo los más antiguos. De esta forma logramos descubrir de dónde vinieron y cómo se desarrollaron. Es una reflexión sobre el futuro que, a mi entender, resulta brillante y mordaz.

 

 

Croteam sitúa el tiempo de juego en unas cuatro horas de duración. Con todos los respetos: mis narices. Me atrevería a decir que esa estimación es más una ironía que otra cosa, y solo se podría conseguir acabar Road to Gehenna en tan poco tiempo si uno supiera todas las respuestas desde el principio. Descontando, eso sí, el conseguir las estrellas más difíciles de los puzles. Visualmente sigue el esquema marcado por el primero, pero añadiendo algunos cambios que se agradecen en el apartado arquitectónico. Ya lo veréis.

 

Road to Gehenna es una expansión como nos gustan. Tenemos puzles nuevos que no son fáciles, pero tampoco se han diseñado para tenernos pensando más tiempo del necesario, y siguen suponiendo un reto fresco a pesar de usar las mismas herramientas de Talos. También tenemos una historia nueva que camina dentro de los límites del primero, que se ha escrito buscando un nuevo tema e intención y que parece reaccionar más que nunca a nuestra interacción. Olé, Croteam. 

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