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Analisis The Last Story ,WII

Los cambios en la saga no son tan atrevidos, pero basta con que esta continuación de A Link to the Past sepa hacer honor al original.
Jueves 14 de Noviembre de 2013 por Víctor Junquera

La innovación, ese factor tan determinante en la calidad de un juego, tanto para bien como para mal. Quien innova suele salir escaldado porque las nuevas mecánicas rara vez son preferidas a aquellas a las que el público general está acostumbrado, pero quien se estanca en el pasado cae en el conformismo y en la repetición. También vemos que ya está todo inventado, que la fatiga acosa a los creadores de videojuegos, y ya ni hablamos de los guionistas, pero un pequeño rayo de luz asoma entre todo este mar de nubes, en uno de los géneros que más lo necesita, pero tampoco es exactamente lo que nos quieren vender.

 

Para empezar, The Last Story no es un RPG al uso, ni siquiera es un RPG modernizado. Hay que establecer diferencias, y esto es un Action-RPG, con todo lo que ello conlleva, desde el combate hasta la duración, y si hubiese que comparar el nuevo trabajo del padre de Final Fantasy con algo, desde luego se parecería más a un Kingdom Hearts que a un propio Final Fantasy. Y yendo un poco más allá, la renovación del género con sabor añejo que nos trae el dueto de Sakaguchi y Uematsu tiene más semejanzas con Dragon Age II que con cualquier otra cosa.

 

The Last Story parece más cercano a Kingdom Hearts que a Final Fantasy.

 

Occidentalización, renovación y conservadurismo. ¿Se puede tener todo? The Last Story nos demuestra que sí, y no sólo eso. También nos demuestra que se puede forjar una relación entre dos personajes, incluso recurriendo a ciertos clichés, perohuyendo de amoríos adolescentes y sentimentalismos forzados que tanto se exageran en el RPG medio. Pero por querer experimentar y lanzarlo en Wii, sacrifica ciertos detalles importantes, no como RPG ni como historia, sino como videojuego. 

 

Tanto con Mando Clásico como con Wiimote y Nunchuk, The Last Story se adapta bien a las manos. El combate puede hacerse machacabotones o puede hacerse automático, porque ya dejamos claro que aquí se pelea en tiempo real, sin combates aleatorios ni tiempos de recuperación. Sólo líneas de atracción, coberturas y estrategia. Y resultaría complicado sintetizar este sistema de combate, porque constantemente los personajes están progresando, y a medida que combatimos y subimos de nivel, desbloqueamos nuevas habilidades que cambian ciertos aspectos del combate, desde los círculos mágicos con efectos y sus efectos al dispersarlos, el modo estratega o las habilidades especiales de cada uno de los muchos personajes que nos acompañarán en esta historia de ambiciones y conflictos entre clases sociales. 

 

Los combates en tiempo real son la salsa del juego.

 

Porque vale, tal vez no nos traiga la trama memorable y lacrimógena de Lost Odyssey, ni pretende ser la aventura épica con el gran peregrinaje que es Xenoblade (las dos comparaciones inevitables), pero The Last Story consigue que el jugador sienta interés por la historia de cada personaje, y que a través de ellos y de sus motivaciones, avance la trama, y no al revés como ocurre normalmente. Claro que hay clichés, la consecución de los sueños, el poder de la amistad y todo eso, pero la forma de acercamiento de Zael, el protagonista, a todos su aliados y a Calista, muestra una evolución que merece la pena ver.

 

 

Conflictos reales de dramas entre clases sociales, intereses y ambiciones políticas, la crudeza de la guerra y la búsqueda de la aceptación son varios de los temas que trata The Last Story entre, por supuesto, un mundo en peligro, un Rey loco, monstruos y divinidades que conceden habilidades sobrenaturales. 

 

Lo de los parecidos con Dragon Age II no es baladí. The Last Story basa la mayoría de su exploración y búsqueda de misiones secundarias en una sola ciudad y su castillo, Lázulis, pero nos atrevemos a decir que es la ciudad más viva que hayamos podido ver, en la que siempre hay algo para hacer, tanto objetos que encontrar por los suelos, gente con la que hablar, objetos que comprar incluso con ofertas a contrarreloj (y fluctuación de precios en el mercado), con plazas principales, calles amplias, callejuelas y callejones. 

 

La ambientación es de lo mejor que hemos visto en Wii.

 

Desde Lázulis emprenderemos la aventura, que parece una serie de puntos de no retorno consecutivos, una sucesión de rectas finales en las que siempre parece que estemos cerca de llegar a nuestro objetivo con la tensión y los momentos que ello implica, y esto se extiende en tres arcos argumentales, tres de esos puntos de no retorno entre los que hay un parón que nos permite dedicarnos a las misiones secundarias que nos ayudan a conocer mundo y vida y obra de cada personaje. Merece la pena no perderse esas misiones secundarias, pero sí que es verdad que The Last Story siempre nos dará ganas de seguir adelante.

 

De hecho una gran virtud y a su vez el principal problema de las misiones de The Last Story es que no hay ningún tipo de guía o indicación para ir al siguiente paso, más que hablar y hablar con la gente, ir de un lado a otro a ver qué te van contando. Pero a su vez, acumular misiones secundarias de búsqueda de objetos sin ningún tipo de indicador ni de diario hace que te acabes olvidando de la gran mayoría, y eso para el completismo, no viene bien. Pero tanto que no te traten como a un memo al que guiar constantemente como que te den la libertad de aceptar o no una misión, y hacerla “si te acuerdas”, son detalles de agradecer. 

 

Las comparaciones con Dragon Age II no se terminan en Isla Lázulis. El enemigo a batir recuerda demasiado al Arishok, aunque sus motivaciones y su personalidad (y parte de su aspecto) parecen más basados en el majestuoso Ganondorf de Wind Waker. Un villano profundo y peligroso es un elemento clave en toda buena trama que se precie, y The Last Story no es una de esas historias en las que la balanza está totalmente desequilibrada, sino que todos y cada uno de los personajes, tanto buenos como malos, son empatizables 100%.

 

 

¿Está entonces The Last Story a la altura de lo esperado? La respuesta rápida y fácil es decir que sí, pero no todo es blanco o negro. Técnicamente, y no sólo se lo podemos achacar a Wii, podría haber sido mucho mejor. La inestabilidad del juego es muy evidente cuando las ralentizaciones son tan abundantes, y si bien el diseño general, tanto de personajes como de localizaciones, es impecable, traspasarlo al juego no ha sido tan efectivo, y es tan variable como que hay localizaciones y personajes impresionantes y otras que dan auténtica pena, y es incomprensible cómo Ciudad Lázulis, en la que pasamos tanto tiempo, esté tan por debajo en calidad como otras localizaciones casi anecdóticas como el Mirador de las Estrellas. 

 

El trabajo de Uematsu en la banda sonora también es inconstante. Aunque varía de su registro habitual y muchos de los temas acompañan e impactan, como el de la batalla final, hay alguno que incluso desentona. Muy anecdótico y quizás para esto pequemos de poner el oído hardcore, pero ya que el compositor está tan encumbrado, podíamos esperar más, aunque tampoco hay que exagerar. Pedir más sería la excelencia, esta BSO no es ni mucho menos mala. 

 

El resultado final cumple con todas las expectativas.

 

Si obviamos ese apartado gráfico que luce mejor en imágenes estáticas que en movimiento, podemos decir que sí, The Last Story cumple con lo prometido. Una historia de personajes, interesante y con un gran ritmo, que es algo a lo que no nos tienen acostumbrados los juegos japoneses. Pero no hablamos de occidentalización ni de revolución, del género, básicamente porque aunque nos lo hagan ver como un RPG, es totalmente un Action-RPG.

 

No vamos a entrar en la comparativa, que es juicio personal, pero sí que podemos decir que The Last Story es un gran juego,Sakaguchi no decepciona y esperamos que no sea de verdad su última historia.

9

/ 10


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