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Analisis The Beginner's Guide ,PC

Op. 2
Sábado 10 de Octubre de 2015 por Diego Emegé

Yo no vendo juegos. Davey Wreden sí. Estoy aquí para tratar de reducir a palabras mis sensaciones con The Beginner’s Guide, nada más. Voy a evitar desvelar detalles importantes del juego, pero si os consideráis amantes del medio interactivo que compartimos y queréis sorprenderos con una forma de contar historias que no tiene igual, no leáis nada y haceos con el juego directamente.

 

Es inevitable acudir a The Stanley Parable para comenzar a hablar del nuevo juego del señor Wreden: fue un fenómeno cultural que estuvo en boca de muchos, superó fronteras y talló una profunda muesca en la tablilla que conforma la historia de los videojuegos. Decir que The Beginner’s Guide es un sucesor espiritual del primer juego es un tópico y una mamarrachada, creo yo, pero también es muy posible que el propio Wreden se haya sentido responsable de su criatura y le haya querido dar una hermanita. Es lo que tienen las obras de autor; todo parece una continuación, porque tienen mucho de la vida del creador.

 

 

El narrador es el autor del juego, quien durante toda la experiencia nos presenta una colección de juegos cortos, inacabados en su mayoría, que forman parte del currículum nunca antes visto de Coda, un desarrollador amigo suyo que hace tiempo dejó de seguir con su obra. Todo comienza con un nivel basado en Counter-Strike, también una de las primeras obras desconocidas de Coda, que resulta harto interesante para Wreden, por contar con algunos de los elementos que caracterizarán el resto de los ensayos de su compañero. La idea del autor de The Stanley Parable es que, al mostrarlos al público, animará a Coda a que vuelva a desarrollar juegos una vez más.

 

Así es como funciona The Beginner’s Guide: nivel a nivel, vamos desentrañando la obra de Coda a través de nuestra propia experiencia, pero guiados en todo momento por la voz de Davey Wreden, que habla sobre lo que le interesa de cada nivel, los temas recurrentes, la relación personal con su amigo y metiendo el toque parablesco al hacer comentarios cuando nos salimos del camino establecido. Por distinta que parezca la idea detrás del título, tiene mucho en común con Stanley, y es inevitable caer en esa conclusión subconscientemente. El desarrollo es en primera persona, hay un narrador, los entornos cambian ante nuestros ojos y la narrativa reacciona a ciertos comportamientos nuestros.

 

 

Por ello, al jugar tuve una reacción instintiva, pero algo extraña. Al saberme en un juego de Davey Wreden, el pícaro que llevo dentro me dijo que tenía que desobedecer, y eso es una reacción que sé que él contemplaba, porque la programación del juego así lo denota, pero en el fondo sabía que no era eso lo que debía hacer. Lo gracioso es que sé que esa reacción se debe a la impronta que dejó en mí el anterior juego, y no porque el que nos ocupa se desentienda al plantear sus intenciones. No obstante, en la mayoría de la historia residió en mí una sensación de desapego con respecto a lo que Wreden me contaba… ¿Cómo decirlo sin desvelar la trama…? Digamos que un hilo de pensamiento me recordaba constantemente la obra de qué autor estaba jugando. Ojo, esto son conclusiones mías, pero creo que no se alejan de lo que el señor Wreden quería conseguir con The Beginner’s Guide.

 

Pero quizá todo lo que pensaba hasta la mitad del juego era incorrecto. A partir de cierto momento, lo que empecé a descubrir sobre los dos desarrolladores era demasiado… palpable como para ser una artimaña narrativa o una jugarreta mecánica. Ahí estaba yo, superando el ecuador del juego, olvidándome del teclado, el ratón y los límites del mapeado. Solo quería saber más, pero también tenía vértigo. Vértigo… Sí que recuerdo eso. No puedo decir en qué momento ocurrió, pero cuando empecé a sentir el vértigo fue cuando The Beginner’s Guide se me hincó en el pecho. Tan íntimo era todo lo que me contaba ese desarrollador al que no conozco… ¿De dónde has sacado las agallas para abrirte en dos ante todos, Davey? Recordando lo que me contaste siento que no tengo el derecho de seguir hablando de esos secretos…

 

 

No, The Beginner’s Guide no tiene nada que ver con The Stanley Parable. Stanley es una experiencia muy ligera en comparación; ligera, sarcástica e incluso cruel. Pero lo que nos has regalado ahora es una obra creada desde la necesidad de abrir, de liberar, de aliviar. O quizá no… Y eso es parte de lo exquisito del juego, que es lo que es, pero a saber lo que parece. Todo dependerá de quien mire, claro. Lo que no es tan subjetivo es que si nos vamos a la esencia de la colección de juegos que se muestran, pocos de ellos son realmente experiencias tan geniales como se nos dice. Algunas sí, ojo, pero por lo general actúan como catalizadoras de una identidad, más que como representantes de calidad de diseño. También es posible que el desarrollo narrativo cojee por alguna parte, pero no debemos hablar de eso. Lo que intento expresar no se puede encontrar fácilmente con palabras, y cuando lo hayáis jugado y volváis a leer este texto, os daréis cuenta de que es totalmente cierto.

 

Necesito que obviéis lo que pone aquí abajo más que nunca. Si queréis mi verdadera nota para The Beginner’s Guide, os la digo: «vértigo».

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