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Analisis TERA ,PC

Bonitas aventuras y bamboleantes senos
Martes 26 de Junio de 2012 por Raúl Rosso

Señores orientales con húmedos sueños eróticos y síndrome de túnel carpiano, deudores de un auge y hegemonía en el arte de mogoropogo más recio y peregrino que todavía lagrimean cuando alguien menciona Lineage como el estandarte de un tiempo mejor. Hubo vida antes de que Blizzard embadurnara con el asequible matiz de occidente aquellos juegos masivos cíclicos, sufridos y traicioneros que venían de donde nace el sol, y aunque Corea sigue pariendo coetáneos similares, el resto del mundo sigue anclado en el juego de NCSoft como referente del subgénero. Pero entonces llegó TERA como hijo bastardo precisamente de algunos de los creadores de los mencionados referentes, que se reunieron alrededor de la desarrolladora Bluehole Studios para recuperar ese espíritu.

 

Tomen los aspectos visuales y conceptuales que ya les narré en el avance como referencia. Tengan en mente un preciosísimo e idílico mundo virtual con semielfas de senos como zeppelines y preadolescentes con poderes mágicos en bragas – o al menos enseñando cacho, que la censura dejó el exceso en la frontera como también les comenté hace tiempo-. El exceso sexual como carta de presentación para recuperar un estilo de juego tan simple como efectivo. El súmmum de aquello del burro y la zanahoria orientado al videojuego que se sustenta en una escala de poder de incierto destino.

 

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Lo tiene que pasar mal cuando va a hacer pis

 

Y es que TERA es como comer pipas. 60 niveles a subir antes del ansiado contenido high end, un proceso que nos llevará de forma insistente a vivir la triada de matar bichos/volver al pueblo/ir a la siguiente zona de forma continuada. Las siete razas, ocho clases posibles de personaje y diez profesiones interconectadas mediatizan ese avance y definen nuestra forma de jugar, pero aunque el sistema se presente como diverso y planificado, todo sigue igual en cuanto a tanks, healers, ranged, DPS y demás jerga ininteligible para el ajeno. Lo que sí cambia es la forma de luchar, y por ahí se salva todo de lo que podría ser una anodina experiencia.

 

Ya les hablé del sistema de control dinámico con el que el targeting no se limitaba a la selección de nuestro objetivo con el ratón. Somos nosotros los que apuntamos al enemigo, dejando en un segundo plano el uso y abuso de interminables secuencias numéricas de habilidades para dar protagonismo a nuestra propia pericia, lo cual es sobre todo revelador en la vertiente PvP, donde no por tener unas estadísticas más altas tenemos todas las de ganar.

 

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Princesas de barrio en aventuras sin fin

 

Esta novedad en el control se entrelaza con las diferentes profesiones de forma consecuente, por lo que mientras que los combatientes cuerpo a cuerpo deben saber moverse entre los enemigos para encontrar ángulos correctos de ataque y posiciones ventajosas, los que se encuentran a distancia deben afinar su puntería y medir la distancia de su objetivo con ojo clínico. Y esto no es ninguna tontería. El sanador del grupo, en vez de mantenerse impávido en una posición segura tendrá que mantenerse en movimiento para poder curar a sus compañeros, ya que para ello debemos apuntar desde una posición en la que le podamos “disparar” dicho conjuro en línea. Acciones de área, conos de ángulo variable y maniobras evasivas para guardar las distancias. Dinamismo que se agradece en un mundo donde impera el botoneo mecánico y repetitivo. 

Y ya les digo, 60 niveles donde vamos de zona en zona dando trechas y cumpliendo con los sempiternos encargos a lo “mata a diez polloperas” o “consigue cinco petunias de la sierra de Gredos”. El manido sistema se salva por dos razones fundamentales: el propio sistema de combate – que resulta divertidísimo – y la otra piedra angular de la experiencia, el PvP. Pero un PvP insano del que duele, del que te matan porque sí y te tienes que aguantar. No existen facciones definidas en el juego, por lo que la única forma de darnos mambo al cuerpo es atacando indiscriminadamente a los pobres diablos que andan por ahí haciendo misiones. Jugar en un servidor que no recoja esta modalidad elimina tontamente una baza casi indispensable para rescatar el feeling Lineage del que es tan deudor todo esto.

 

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Locomia en concierto.

 

Por supuesto que hay otras modalidades menos abusivas para darse de torrijas sanamente. Ahí están las arenas de combate y los enfrentamientos consensuados entre individuos, grupos e incluso clanes. Luchar porque sí, por joder al prójimo, por sentirse tristemente superior en un mundo virtual de bamboleantes pechos controlados por barbudos con acné en sus buhardillas. Esa es la dura naturaleza que provoca el auténtico disfrute en TERA y sus coetáneos. La otra satisfacción está en la consecución de mazmorras en grupos de cinco miembros para acabar con los bosses que nos lleven al ciclo sin fin en el que consiste la obtención de equipo. El high end se sustenta en esto y en la eliminación de los llamados “Big Ass Monsters”, criaturas todopoderosas que deambulan por el mundo para dar un poquito más de sentido a una batalla que carece de tal cosa desde el primer momento. En manos de nuestra malignidad para competir con los demás está el dárselo.

 

El punto álgido en nuestra escalada de poder una vez que hemos plantado batalla a nuestros compañeros y seguido la – endeblísima - línea argumental está en el tan cacareado sistema político que tan solo lleva unas semanas en activo al no haberse implementado desde el lanzamiento del juego. Una propuesta diametralmente opuesta al despiadado combate PvP que requiere de un gran componente social para ser votado como el máximo dirigente de una zona de entre las que se divide el mundo de juego, de forma que podamos gestionar ciertas decisiones del área que regentamos en cuanto a los mercaderes en las ciudades, los precios de los elementos y la disponibilidad de ciertos servicios para el público en general. Para conseguir alcanzar esa posición debemos recabar votos dentro y fuera del juego dando coba en redes sociales. Un gran avance en cuanto a la diversificación del género que inicialmente queda algo coja por las escasas posibilidades intra-juego que otorga.

 

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"Aquí mando yo y por decreto debéis ir todas en bragas"

 

Si deshojamos la mecánica y todas las florituras que la adornan nos queda un juego que aunque asequible en apariencia requiere estar curtido por estos lares, ser consciente de que nuestras propias ansias por ser el más fuerte son las que tiran del carro pues, aunque tal cosa es la base de la mayoría de mmorpgs que existen, aquí es todavía más acusada esa necesidad. No todo el mundo tolera un sistema de progresión tan trillado, un exigente y frustrante PvP y un apartado artístico tan gratuitamente sugerente. Al fin al cabo, esto no es más que el enésimo intento por colar en mercados occidentales un producto nacido en la cuna del gold farming, el hikikomori y las cafeterías de lolitas pornochachas. Hay que ser inmune al dolor.

 

Por todo esto, debemos saber a lo que atenenernos aquí. TERA es un producto pensado para un intrépido público específico. Si ha flirteado de forma placentera con Lineage y productos análogos y busca recuperar aquel espartano espíritu rudo y directo, tiene una oportunidad de rechupete para volver a recuperar aquellas sensaciones. Y de paso ver tetas y culos a granel.

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