Analisis Sunset Overdrive ,XONE

Aveciné que lo probado en las demostraciones de Sunset Overdrive en la Gamescom, las dos a las que tuve acceso, no sería representativo del producto final. Bingo. La sorpresa ha sido mayúscula para todos, sobre todo los que probaron el juego en alguna feria, no dieron un duro por él y en casa se han encontrado el pastel. ¡Y qué pastel! Una Insomniac que se aleja de lo visto en Fuse y se acerca a los momentos buenos que brindó en exclusiva para máquinas de Sony. En el mundo del hastío y en los capítulos polémicos de la nueva generación, su nueva producción es gamberra, divertida, frenética y original: un soplo de aire fresco en Xbox One.

Comienza raro. La historia es una estupidez y el control es peculiar, pero al aceptar la norma de que el suelo es lava, todo comienza a cobrar sentido. Las acciones de batalla ejecutadas desde el suelo acaban siendo las más peligrosas para el jugador, circunstancia que te lleva a luchar desde los aires, saltando, grindando, recorriendo edificios o usando salientes para movernos con mayor presteza. El juego te lo hace ver a las primeras de cambio: según ejecutas y matas en movimiento, el contador de nivel te premia con potenciadores y mayores efectos destructivos. Desde el suelo, únicamente, harás daño de arma, y eso no te servirá en niveles finales.

Es por ello que en Sunset Overdrive, la construcción de la ciudad es tan importante. Está creada para que puedas hacértela entera sin tocar el suelo, y cada uno de los elementos dispuestos en ella tienen un sentido y una lógica para que tú ejecutes tus diferentes piruetas. Y esa habilidad en el movimiento es realizable desde las primeras de cambio, no es que debas esperar a los últimos lances del juego para comenzar a ejecutar auténticas locuras. Para locuras ya está el armamento, pedigrí auténtico de Insomniac. Con algunos homenajes interesantes y con una variedad inusitada en la era de la sobreexplotación del género y las posibilidades de crear nuevas posibilidades.

Una tradición que, prácticamente, se viene repitiendo desde los primeros episodios de Rachet, siguió con Resistance y que continúa aquí, como no podía ser de otra forma. Algunas nos las darán según avancemos en el desarrollo de la historia, otras deberemos comprarlas, pero al final se te planta un arsenal de estupideces estupendo, que más allá de los guiños y las tonterías, acaban teniendo un sentido entre ellas y su combinación contra los diferentes enemigos son vitales para seguir progresando en la aventura. Sin esas condiciones y combinaciones cuesta más avanzar.

Progreso, como decía, que se paga con nuevos elementos de personalización, no solo en el campo de los ropajes y la apariencia (más que variado y dándote la posibilidad de ser un auténtico travestí o vestir de etiqueta), también en la forma de sumar nuevos potenciadores durante la partida o cambios en las armas que las hacen más terroríficas si cabe. Por no explicar mucho de la historia, decir que hay tres tipos de enemigos, y que entre sus hordas hay suficiente variedad como para aportar algo interesante a las batallas.

Y ya que hablamos de enemigos, también es interesante hablar de aliados: lo mejor de Sunset, más allá de la forma de moverse, auténtica protagonista de la obra, está en el diseño mostrado en cada uno de los elementos que componen la ciudad y sus personajes protagonistas. Se ha ejecutado un trabajo espectacular, que dota de gran diseño a todos los representados y que los hacen coherentes en su universo. Alguna que otra pequeña sorpresa en el desarrollo del mismo y alguna situación delirante en la que no sabrás si reír o llorar. Quedará esperar al lanzamiento para sacar partido al online. De momento no pasa de algunos modos en los que destacan, ante todo, un Tower Defense también presente en el modo en solitario.

No es que cuente una gran historia, ni mucho menos, pero el vehículo de la misma sirve para ponernos al frente de misiones interesantes entre sí, en las que prácticamente siempre el gran protagonista seguirá siendo el escenario y nuestra habilidad a la hora de movernos por él. Con los “pocos” (ojo, comillas) elementos utilizados a la hora de movernos por la ciudad, resulta gratificante ver cuánto partido se le ha podido sacar a nuestro movimiento. Aunque no estés haciendo ninguna misión, el mero movimiento por el escenario y nuestro transporte, en pos de encontrar diferentes objetos coleccionables esparcidos por el mismo, ya es suficientemente satisfactorio, clave para que al final del desarrollo acabes pensando que, realmente, has jugado a algo muy divertido.

Una aventura en solitario estupenda, más como videojuego que como historia, querría insistir, pero la mejor sensación que me queda es que acaba siendo un producto con un principio y un final. No acabas pensando en lo que podría haber hecho y no ha terminado haciendo; los elementos en los que podría haber mejorado y no lo ha hecho o las hipotéticas cosas que están, pero no están, y venderán en un DLC. Eso, en los tiempos que corren, es una auténtica bendición, y cuando ves una idea tan buena como la presente y la cantidad de campo de mejora que tiene por delante, no puedes hacer más que pensar en cómo y qué se podría hacer con un Sunset Overdrive 2.

Lo mejor de todo, saber que estás ante una nueva franquicia, un nuevo nombre y un nuevo proyecto que Insomniac podrá explotar. Me recuerda a lo sucedido con Dead Rising o Crackdown en la primera Xbox: era una experiencia perfectamente completa con atisbos de mejorar. Desgraciadamente, la evolución de esos dos no fue la esperada, pero mucho me temo que en manos de los creadores de Spyro y Rachet, la suerte de Sunset City va a ser muy distinta a la de Willamette y los agentes. En todo caso, otro imprescindible para Xbox One.