Analisis Sonic Boom: Fire & Ice ,3DS

Jugar a Sonic Boom Fuego y Hielo intentando encontrar ahí al Sonic de Megadrive es cómo querer encontrar el sabor de una sardina en el interior de un filete de ternera. Sonic Boom Fuego y Hielo no es Sonic El Erizo, es otra cosa, es un plataformas con mucha investigación, uno con la necesidad de cambiar entre personajes para emplear sus habilidades únicas, con un montón de mecánicas que van más allá del salto y teniendo que pulsar un botón para correr. Sí, para correr no solo basta con pulsar con la cruceta hacia adelante, también hay que pulsar un botón más.

Este es un cambio de perspectiva que deja claro desde el principio algo obvio: si quieres recuperar al erizo de tus amores, hoy, tendrás que esperar a Sonic Mania o al proyecto de Sonic que llegará en el año 2017 y que evoca a Generations, porque esto es otra cosa. Varios cañones de energía emergen del fondo de la tierra en vertical, amenazando con la destrucción del planeta y dándoles a Sonic y a sus amigos el poder de controlar el fuego y el hielo. Esto se traduce en lo jugable en que si vemos una superficie de agua tendremos que pulsar la pantalla táctil y transformarla en hielo, creando así una plataforma sobre la que correr. Si vemos un bloque de hielo con vocación de pared podremos activar el poder de fuego, derretirla y atravesarla.

Con esta nueva función, los homing attack, el uso de otro botón para usar la habilidad de cada personaje, otro más para asirnos a distintos puntos colgantes y balancearnos, tener que cambiar de protagonista en función de la situación, y necesitar dar marcha atrás e investigar cada escenario para encontrar todos los secretos que oculta, así como las distintas rutas a seguir en el mapamundi de juego, se pretende darle al videojuego mucha variedad, situaciones jugables diferenciadas y momentos divertidos; pero esta pretensión choca con un problema: ahí Sonic no pinta nada. Esto lo descubrimos porque mientras que una mitad del juego nos obliga a ir muy despacio, explorando y explotando cada plataforma como si fuera un pequeño acertijo esculpido en el escenario, otra nos hace correr de manera casi automática hacia la siguiente sección en la que hacer de nuevo lo primero. A eso se reduce el Sonic de Megadrive: a un extraño intermedio de velocidad irresponsable hasta la siguiente aparición del Sonic de 2016.

Por supuesto, esta fórmula falla. Toda la remesa de nuevas mecánicas no son malas per se; de hecho, se disfrutan en los enfrentamientos contra los bosses y a la hora de explorar, pero no saben enlazarse entre ellas, conectar y generar una experiencia con ritmo, elegancia y energía; corremos o exploramos sin que haya realmente una articulación sensata que ordene nuestras acciones. Los escenarios tampoco colaboran, las secciones de juego son repetitivas y creeremos que ya hemos pasado por lugares que en realidad son nuevos.

La historia que nos cuenta la evolución de la partida, los medidores de rendimiento como exploradores, las visitas que hacemos a las casas de los amigos de Sonic, nos recuerdan vagamente a las intenciones de Super Mario World o a Donkey Kong Country. Entendemos que la pretensión de Sonic Boom Fuego y Hielo es la de construir un Sonic más aventurero, pero ese deseo se da de golpes una y otra vez con el pasado veloz del erizo. Sonic Boom Fuego y Hielo habría sido un buen plataformas de exploración si se hubiera dejado a Sonic fuera de la ecuación, porque solo consigue estropear el ritmo de juego pausado al que se nos invita a jugar aquí. Por culpa de ello, nos quedamos con un título que es simplemente suficiente para pasar un rato agradable, y nada más.