Analisis Quantum Break ,XONE

Haber inventado a todo un mito como Max Payne y buscar constantemente formas de reinventarse no garantiza que Remedy sea sinónimo de calidad. Eso sí, al menos es sinónimo de algo diferente, algo que por lo menos busca sorprender. Y Quantum Break es, sin duda alguna, sinónimo de Remedy, para lo bueno y para lo malo.

Lo bueno es que Quantum Break busca constantemente ofrecer algo nuevo mediante los poderes de control del tiempo y las situaciones en que el mundo se deforma a nuestro paso. Lo malo es que por mucho que lo busque y por mucho que lo haya intentado, Quantum Break se ha transformado en una sucesión de promesas vacías que no se llegan a cumplir, y que entre todo ese intento de innovación hay un sabor a conformismo y a 'más de lo mismo' difícil de quitar, salvo quizá, si éste fuese tu primer juego de acción. Y sí, también ofrece una suerte de miniserie de televisión 'complementaria', pero eso quizá no pueda ser englobado en algo tan sencillo como bueno o malo.

He disfrutado de muchos juegos de acción en tercera persona con un control del montón, con una trama nefasta y que ni siquiera buscaban ofrecer ese 'algo' diferenciador, y por eso puede que también haya disfrutado de Quantum Break más de lo que debería confesar. Lo he disfrutado a pesar de todos sus pequeños o grandes problemas que hacen que no sea el grandísimo juego que muchos podrían esperar.

He disfrutado a pesar de un control poco preciso y para situaciones nada exigentes; he disfrutado a pesar de ver con claridad que pretende ofrecer una variedad de armas que resulta a todas luces escasa y que además pierde su sentido por lo poco útil que resulta cambiar de una a otra; he disfrutado a pesar de su linealidad y sus incontables coleccionables escondidos a plena vista, a pesar de cargas excesivas entre reapariciones, de fallitos técnicos, de un ritmo inconstante o de haber estado en situaciones como las que propone Quantum Break una infinidad de veces antes. Pero aquí el tiempo lo es todo.

El tiempo lo es todo en Quantum Break, no sólo porque toda la trama gire alrededor de viajes temporales y consecuencias o porque el protagonista pueda detener el tiempo con sus poderes especiales. El tiempo es importante en Quantum Break incluso hablando de la duración del juego (8 horitas) o del ritmo y duración de cada capítulo de juego o serie, y todo ayuda a esa imagen de juego diferente dentro de un género, a la vez que refuerza ese ser 'más de lo mismo'.

Quantum Break quiere aparentar venir del futuro, con promesas de combate ágil y narrativa innovadora a caballo entre el videojuego y la televisión, pero se recrea demasiado en mecánicas y errores del pasado, en cosas como las hordas de enemigos no muy inteligentes que incluso funcionan a modo de jefes finales o las 'huidas trepidantes' por caminos prefijados y bien marcados que no admiten margen de error (error que llevaría a la animación de muerte del protagonista, una pantalla de carga y vuelta a intentarlo desde el último salto).

La combinación de todo esto es lo que, en el fondo, hace especial a Quantum Break. Puedes superar el juego de principio a fin sin cambiar de arma, sin potenciar ni utilizar ni un poder del tiempo, sin ver ni un capítulo de la serie, sin recoger ni un coleccionable, sin pararte a pensar en ninguna decisión,... Pero en el fondo, Quantum Break tiene algo de especial por mezclarlo todo con cierto gusto.

Quantum Break anima a que su combate no sea tan preciso como te gustaría mediante la utilización de poderes que agilizan y dan un toque frenético a cada encuentro, anima a la recolección de elementos secundarios tanto para saber más de cada personaje como para descubrir todos los (muchísimos) cameos a Alan Wake, y a su vez esto da mayor profundidad a los personajes de la serie, que de por sí son bastante planitos, pero la serie, por mucho que dijesen, se hace fundamental para enterarnos de todo lo que pasa en Quantum Break.

Y en Quantum Break hay ciertos problemas con las expectativas creadas y lo que finalmente es a este respecto. Se habló de decisiones que cambiarían el curso de la historia del juego, decisiones que harían que hubiese numerosas variantes de los capítulos de acción real, capítulos que serían totalmente opcionales y complementarios a la experiencia de juego...

Y la realidad es que, al final de cada uno de los cuatro primeros capítulos (de cinco) podemos escoger A o B, dos decisiones llenas de grises que se nos presentan sabiendo detalles de la decisión con antelación, exactamente igual que en Life Is Strange, pero esas decisiones hacen poco más que ocasionar cambios en ciertas escenas de esos capítulos de 20 minutos de acción real (la actitud de algún personaje o alguna vida o muerte que no altera la trama en absoluto), y esos capítulos son necesarios para comprender toda la trama y son tan opcionales y revolucionarios como una secuencia cualquiera creada con el motor del juego, pero con una duración de 20 minutos que, de no querer ver en streaming (con conexión a internet), requerirían de una descarga previa de nada menos que 75 GB.

La propia idea de los capítulos de acción real, de hecho, queda en evidencia por el propio juego y la calidad de las animaciones y la captura facial que en muchas ocasiones lleva a confundir juego con realidad. Porque cabe al menos mencionar que, discusiones de resolución al margen, Quantum Break luce muy, muy bien y sabe camuflar muy bien sus carencias con todo tipo de efectos y filtros que saben convertir su exceso en parte de la cuidada estética del juego.

Pero como bien se podría esperar de Remedy, el resultado final es una fracción de todas las buenas intenciones que se ven en el producto, algo que puede llevar a ciertas insatisfacciones (sobre todo de quien esperase que Quantum Break fuese el vendeconsolas de Microsoft en 2016) pero que no se puede llegar a tachar tanto de mal juego como de experimento que se ha quedado a medias para tratar de no correr demasiado riesgo. Sencillamente es otro juego de acción más, uno que se deja disfrutar con facilidad, pero uno más.