Analisis Never Alone (Kisima Ingitchuna) ,PC,PS4

Para sus desarrolladores, la forma más sencilla de abordar la propuesta de Never Alone hubiese sido la de no hacer un videojuego, directamente.  Desde que iniciamos el juego nos damos cuenta de que en realidad el título trata de enseñarnos sobre la forma de vida de los Iñupiaq, una tribu que vive en Alaska alejada de la civilización más común y que hoy en día todos conocemos. De hecho, el juego es una colaboración mano a mano entre las buenas gentes de esta tribu y el estudio desarrollador.

¿Por qué digo que lo más sencillo hubiese sido no hacer un videojuego? Porque ese componente educativo se podría haber mostrado sencillamente a través de un documental. Ese mismo documental que también está disponible en el juego y que vamos desbloqueando a trozos según vamos avanzando en la aventura. Y ese es uno de los aspectos que más me ha fascinado de Never Alone, ya que utiliza al videojuego como excusa para lanzar su mensaje, que en este caso es el de que aprendamos y conozcamos más cosas de este grupo de personas, que además resultan fascinantes.

 Introducir ese mensaje o documental en un videojuego y, además, hacerlo tan bien como en este caso, merece ser reconocido. También hubiese sido sencillo hacer el juego y desbloquear como recompensa este documental, para que las personas interesadas lo puedan ver y ya está. Pero no, el juego también sabe ir seleccionando las piezas para desbloquearlas en el momento preciso, añadiendo contexto e información sobre algo que estamos experimentando mientras jugamos.

Entrando en el juego en sí, Never Alone nos pone a los mandos de una chica que pertenece a la tribu Iñupiaq, junto a un zorro que encuentra al principio de la aventura. Lo que viven es un cuento narrado por uno de los miembros de la tribu, respetando incluso su lenguaje original. De esta manera podéis imaginaros que habrá cierta fantasía y creencias místicas plasmadas en la totalidad de la historia, hecho del que podemos darnos cuenta desde prácticamente el primer instante de juego.

Su concepto es muy sencillo y ya lo hemos visto en otros muchos juegos: deberemos colaborar alternando el control entre la chica y el zorro (cada uno podrá realizar ciertas acciones que el otro no), abriéndose la posibilidad de jugar a dobles, aunque la sensación general es la de que Never Alone es un plato que, quizás, sienta mejor si es tomado a solas, disfrutando de la experiencia.

Los puzles a los que nos enfrentamos son muy sencillos en general y destaca sobre todo el buen ritmo que atesora la obra. El cuento va siendo narrado mientras nosotros vamos superando desafíos, a la vez que vamos desbloqueando pequeñas piezas de vídeo del documental que he comentado antes. No se hace pesado en ningún momento y, al menos yo, he disfrutado de cada uno de los momentos del juego. Bien es cierto que tampoco es que sea una experiencia muy larga, pero precisamente es algo que ayuda a mantener este buen ritmo que no decae en casi ningún momento.

El único pero que he encontrado al juego viene precisamente motivado por ello, ya que durante el último tramo de la aventura, uno de los hechos que ocurren en la historia (que obviamente no voy a contar) hace que algunas de las mecánicas a las que nos habíamos acostumbrado hasta el momento varíen ligeramente, haciendo que todo resulte algo más tosco y lento, rebajando ese buen ritmo que he comentado antes. Lo bueno, como digo, es que no deja de ser necesario por motivos narrativos (el cuento es el que es) pero quizás se podría haber implementado algo mejor. Aún así, no me ha parecido que sea un motivo suficiente que manche o lastre el resto del juego.

La sencillez de su propuesta puede echar para atrás a algunos usuarios, ya que Never Alone es un conjunto. Narrativa, jugabilidad y documental forman parte de un todo, por lo que si nos centráramos únicamente en el juego en sí podría resultar una experiencia algo pobre para según qué tipo de jugador. Never Alone trata de acercarte a los Iñupiaq a través de su cuento, con el que vamos interactuando, mientras vamos aprendiendo cosas sobre ellos.

La suma y la manera en que ésta se realiza resulta poco menos que genial, haciendo que aprender sobre una tribu por la que en un principio no sentías demasiada curiosidad se convierta en un acto satisfactorio. El juego en sí tampoco es una maravilla en términos jugables, pero tiene los suficientes alicientes y ritmo para que disfrutes de cada uno de su minutos. Una sorpresa muy agradable que se suma a una nueva forma de contar cuentos y de aplicar una enseñanza mientras jugamos.