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Analisis RunGunJumpGun ,PC

Hay que saber subir y bajar.
Domingo 11 de Septiembre de 2016 por Diego Emegé

Hacía tiempo que no gritábamos y soltábamos palabrotas a la pantalla de esta forma. Hablamos del improperio patrio de carga explosiva, sin restricciones, hijo del fallo y de parto inesperado. Esa es la clase de reacción que logra provocar RunGunJumpGun, juego que conocimos en la pasada Gamescom y que puede convertir a cualquiera en un ser iracundo ante sus propios fallos y el propio juego. A pesar de ello, el juego de ThirtyThree se encuentra ya en nuestros corazones por varias razones.

 

Es esa clase de planteamiento directo y sin complicaciones cuyo dominio pasa por la repetición, la costumbre y casi la coreografía, porque el título es implacable con el jugador, y perecemos tantas veces que de ser otro tipo de juego habría que plantearse dedicarse a otra afición. Lo mejor de todo es que los desarrolladores tienen claro a qué venimos y se han saltado la pantalla de repetición para que cada vez que la fastidiemos se nos reubique al principio del nivel o en un punto de control para volver a intentarlo. Cuando nos queremos dar cuenta hemos realizado, fácilmente, de 20 a 30 intentos en un mismo nivel y ni lo hemos notado.

 

 

La historia —porque la hay— habla sobre una civilización galáctica que se ha ido al garete. Como único héroe superviviente en este batiburrillo postapocalítico espacial, tenemos que acudir a distintas ubicaciones del sistema solar con un arma que nos permite disparar y, sobre todo, movernos para esquivar trampas y recoger los Atomiks, que son unos elementos que encontramos colocados en lugares estratégicos. Donde decimos estratégicos queremos decir «difíciles de alcanzar; casi imposibles, de hecho». Además, entre nivel y nivel se muestran pequeñas introducciones en las que los alienígenas que pueblan esta parte del universo nos hablan sobre el trasfondo o, simplemente, se burlan de que ni les hagamos caso.

 

RunGunJumpGun es una experiencia frenética no apta para personas que tengan problemas con las imágenes rápidas y los flashes, o para redactores con resaca que quieren sacar el trabajo adelante. Tampoco se anda con chiquitas, porque nos propone superar 120 niveles cada vez más retorcidos y complicados. La apariencia del juego recuerda a la época de la Megadrive, con una apariencia muy colorida y vistosa. Pero no hay que equivocarse: es brutalmente rápido, y la música lo sabe, porque en los niveles más razonables, nos acompaña una música acorde, mientras que en los más enrevesados sentimos la presión sonora que acompaña a la visual y a la cantidad de horrores que intenta matarnos.

 

 

Los chicos de ThirtyThree, originalmente, querían crear un Super Meat Boy más puñetero, pero también más simple, y por eso los controles son solo dos: uno sirve para que nuestro personaje se eleve en el aire y el otro sirve para disparar hacia delante. Por lo demás, como no hacemos más que correr, lo único que podemos aprovechar es la gravedad para corregir nuestra posición. No es nada difícil, pero como cada milímetro cuenta, lo complicado es dominarlo para alcanzar todos los Atomiks. A veces su ubicación tiene todo el sentido del mundo, por la forma del recorrido, pero otras veces está claro que quieren que muramos de un infarto, porque aparecen a un milímetro de unos pinchos, o justo detrás de una sierra circular. Aparte de estos dos ejemplos, también incluyen torretas, suelos conectados con el techo como un portal, aberturas imposibles, etc. Parece obra del mismo Satanás.

 

Es verdad que cuenta con alguna que otra carencia, pero no son cosas que afecten a nuestras ganas de seguir jugando. Tal cual está, es una experiencia muy pura y bien calibrada, pero podrían haber incluido algún potenciador, quizá al encontrar varios Atomiks, para acelerar el ritmo o para conseguir invencibilidad temporal. Porque, por lo demás, no sirven más que para chinchar a los que quieren completar todo el juego en toda su extensión y cantidad. Es verdad que sirven para desbloquear el siguiente mundo, pero se nos antoja poco y mal aprovechado. Pero es igual, porque nos encanta picarnos con nosotros mismos, forzar la máquina, repetir, perfeccionar, terminar y respirar. RunGunJumpGun es uno más de los excelentes juegos independientes que nos está regalando este año. No os lo perdáis.

8.5
/ 10

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