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Analisis OneShot ,PC

Una dulce sorpresa.
Sábado 17 de Diciembre de 2016 por Diego Emegé

OneShot cuesta 9 euros. Compradlo y jugadlo. Dejad que os sorprenda. Si no os fiais de esta recomendación preliminar, seguid leyendo, pero posiblemente esta lectura altere en cierta medida vuestra primera experiencia.

 

Nunca hemos jugado a nada como OneShot. Hemos jugado a muchos títulos muy particulares, sobre todo gracias a MGIndie. Hacía tiempo que no nos importaba tanto un protagonista de un juego, que no nos preocupaban tanto las consecuencias de nuestras decisiones, y eso es mucho decir para tratarse de una obra creada con RPGMaker. Además, a pesar de tener esos modestos orígenes, es capaz de manipular nuestro ordenador de formas que no recordamos haber visto nunca. Seguro que os sorprende.

 

Todo comienza sin dar pistas de lo que está por llegar. Controlamos a una muchacha con ojos brillantes gatunos que despierta en una habitación cerrada. Sus compañeros de estancia son una estantería, un ordenador, una ventana y un mando de televisión. Cuando conseguimos que salga de ahí nos encontramos en un yermo poblado por robots estropeados, tierras quebradas y una eterna oscuridad. Pronto nos dejan saber que nuestra protagonista es la elegida, la mesías responsable de devolver el sol a la alta torre que se asienta en el centro de este mundo. El sol no es más que una bombilla que se ilumina cuando la sujetamos, pero en el momento en que ProfetaBot (esta es una traducción propuesta por nosotros; el juego no está traducido aún al castellano) nos ve, sabe que tiene que contarnos la profecía. Es materia de RPG, aunque una gris y peculiar.

 

 

Las cosas se ponen algo más raras cuando conocemos a los otros protagonistas, especialmente porque uno de ellos somos nosotros. En nuestro trasiego por los Páramos (traducción nuestra, one more time), tratando de descubrir qué teníamos que hacer y bastante seguros de que teníamos que encontrar la combinación para abrir una caja fuerte, encontramos un ordenador. Al encenderlo nos quedó claro que la máquina solo nos hablaba a nosotros, jugadores. Nos dijo que la combinación se encontraba en otro mundo. Entonces el juego pasó al modo ventana y apareció un cuadro de diálogo de Windows: «¿Sabes lo que quiere decir eso, Diego?».

 

Al empezar la partida nadie nos pidió que introdujéramos un nombre, pero OneShot sabía quién jugaba. Al parecer obtiene esa información de nuestro perfil de Windows, pero no es la única cosa que puede hacer con nuestro ordenador. Sabíamos qué teníamos que hacer. Así encontramos la combinación en nuestro propio sistema y la muchacha mesías supo que también existíamos. Así es como empieza a gestarse nuestra relación con el personaje que controlamos. En ocasiones podemos responder a sus preguntas con pequeñas opciones de diálogo, elegir qué queremos contarle de nuestra visión de la realidad y de lo que pasa, decidir hasta qué punto queremos ser el dios que ella supone que somos.

 

 

La trama que se presenta es simple, pero excelente, incluso antes de que surjan estas artimañas que rompen la cuarta pared. Desde el primer momento nos queda claro que este mundo está condenado, por la aparición de una especie de fallos que parecen corromper todo lo que tocan, al mismo tiempo que todo se muere por la falta de sol. La historia va así. Tenemos un complejo trasfondo, formado por razas humanoides y los robots que han creado, que habla sobre los problemas que tiene una pequeña sociedad para adaptarse a un mundo en el que la bioluminiscencia es su única fuente de luz, y cuya historia en común parece estar recopilada por una entidad que se conoce como El autor.

 

Y entonces, justo antes de realizar alguna acción, la mesías nos dice que está cansada y nos pide que busquemos una cama. Lo hacemos. Nos pregunta si puede echarse. Le decimos que sí. El juego se cierra y volvemos al escritorio de Windows. Al abrir el juego vemos que la muchacha se encuentra soñando. Es genial. Pero esto es solo una muestra de todas las maravillas que nos tiene preparadas el juego. No vamos a desvelar ninguna, obviamente, pero os adelantamos que ningún juego habrá hecho nada así en vuestro ordenador.

 

 

Contaros lo que hace tan especial a OneShot sería destrozar vuestra experiencia. Queremos contároslo, pero sería inapropiado. Casi cruel. Por eso preferimos hablar de los temas que trata. Es un juego sobre las relaciones. Primero habla de la conexión nuestra con el personaje, pero también dibuja una reflexión sobre los jugadores y los personajes que controlan. Ahora vemos esa relación de otra forma. También es una obra que trata sobre la infancia, aunque no lo lleve por bandera, en la medida en que la protagonista es una niña, y que la narrativa se mantiene fiel a esa realidad. Es un título demasiado adorable para ser cierto. Las interacciones con el resto de personajes son breves, por lo general, pero cada una de ellas merece la pena ser consumida y registrada en nuestro corazón. ¿Por qué se llama OneShot? Bueno, no queremos decirlo, y os encantará saber por qué.

 

Es una obra increíble. No sabíamos qué esperarnos—gracias, en parte, a no haber leído ningún análisis sobre ella—, pero ha acabado siendo uno de nuestros juegos del año. Lo cual es curioso, dado que a comienzos de este 2016 tuvimos un MGIndie que analizaba Pony Island. Los dos juegos exploran temas similares desde puntos de vista radicalmente opuestos. OneShot es un encanto escrito con mucho gusto, y es extremadamente inteligente. No os lo perdáis.

9.5
/ 10

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