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Analisis Metal Gear Solid 3 Snake Eater 3D ,3DS

Una jungla demasiado familiar
Sábado 31 de Marzo de 2012 por Alejandro Pascual

Tengo una funda para Nintendo 3DS. Bueno, realmente es para DSLite pero como el imaginario de Nintendo no ha concebido un diseño distinto para su nueva portátil, me vale. Al menos hasta la llegada del Circle Pad Pro, que va siempre suelto por ahí. Eso sí, es perfecta para guardar los cartuchos de los juegos. En ella llevo todos mis títulos imprescindibles o los que me quedan por terminar. Y, realmente, el juego que no está en mi funda posiblemente no lo vaya a tocar nunca más. 

 

Después de jugar a Metal Gear Solid 3 (la enésima vez en los últimos años, tanto por gusto como por reediciones), no sé si incluir este cartucho en mi funda. Sé que si no lo hago, probablemente no vuelva a tocarlo nunca más y eso me hace llorar, pero por otro lado, no encuentro una razón para unirlo al resto, salvo que es portátil. No es un imprescindible dentro de la plataforma (sí como juego en líneas generales) y tampoco puedo ponerle en la cola de "juegos por pasarme" porque lo he hecho como doce veces. Así que no sé qué voy a hacer con él. 

 

Quizá, este Snake Eater 3D deba encontrar el momento en las ganas de cada jugador. Una de esas veces que pilles vacaciones, quieras resucitar un clásico y te vayas a la playa. Ahí, además, la revisita se convierte en una experiencia nueva, porque esta edición tiene algunas cosillas que hacen que merezca la pena. El 3D es lo de menos, y si usas las perspectivas en primera persona, que fuerza la consola a desactivarlo, el cambio constante al apuntar puede destrozar tus retinas y hacer que veas dragones donde no los hay. 

 

Sin embargo, sí sorprende el uso de la cámara para el camuflaje, característica que muchas veces obvié porque me gustaba el cammo de tigre y era bastante estándar. Me lo he pasado pipa haciendo fotos en mi casa y haciendo un camuflaje con la textura de mi pijama o con el parqué de mi casa. También encontré una nueva utilidad a mis camisas de cuadros. El experimento con mi cara no fue tan divertido como pensaba. Pero todo eso fue hasta que usé una foto que le hice a una planta, que le daba a Snake camuflaje 100% en terreno llano. Era como llevar el maldito camuflaje óptico.

 

Así que, vestido como mi planta, fue fácil volver a jugar a Snake Eater. Una de las cosas que más me alegraron fue la implementación de ciertos aspectos vistos en MGS4 y Peace Walker, como andar agachado (y a diferencia de Peace Walker, poder seguir arrastrándote tumbado). Si eras de los jugadores que le encantaba coger a un soldado desprevenido por la espalda, notarías que en MGS3 siempre se daba la vuelta por muy despacio que fueras, porque no podías ir agachado. Ahora puedes y quedas como un rey. Es bonito y lo que siempre quería, sólo he tenido que esperar tres reediciones para conseguirlo. GRACIAS. 

 

Lo cierto es que Snake Eater se ajusta bien al formato doble pantalla de Nintendo 3DS y bla bla bla, pero Metal Gear es, en el fondo, una experiencia para ser jugada a lo grande. La HD Collection demostraba lo bien que luce hoy día, y la pantalla de 3DS no puede hacer lo mismo. Por no hablar de bajones de frames, sobre todo con el 3D activado. Algo que se nota aún más si has visto los 60 fps desenvolverse como nunca en el mayor traspiés gráfico del título: el fuego. Puede ser un cambio justo por su concepto portátil, aunque a lo mejor la HD Collection de Vita tenga algo que decir al respecto. Lo que no tendrá es el mapa y accesos directos a todos los menús, una de las grandes faltas de ritmo del original y que aquí se agradece bastante. 

 

A día de hoy, sigo dudando si incluir Metal Gear Solid Snake Eater 3D en mi funda. Probablemente lo haga porque soy un nerdo y si tú eres un nerdo también deberías. Pero eso no quita que tenga Snake Eater en mi casa como cuatro veces a falta de una más y eso me hace pensar que quizá es debido a nerdos como nosotros. Al menos me he reído, porque ver a Snake vestido con mi pijama es algo divertido, pero no sé si la risa será lo suficientemente ensordecedora como para silenciar la verdad que se esconde en la continua obsesión de resucitar una y otra vez este título, en vez de dejarlo convertirse en leyenda. Ahora, si me disculpan, voy a guardar el cartucho en mi funda.

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