1. Mundogamers
  2. Analisis
  3. XONE

Analisis Max The Curse of Brotherhood ,XONE

Cambia de canal.
Sábado 28 de Noviembre de 2015 por Diego Emegé

Al ver el poco ruido que hace un gran plataformas como este Max: The Curse of Brotherhood y el mucho ruido que han llegado a hacer otros de mecánicas mucho más simples, uno podría llegar a pensar que si este juego, en lugar de ser tan colorido hubiese sido en blanco y negro, habría podido llegar a alcanzar un absurdo estátus de juego de culto. El problema de la estética. Si en lugar de una especie de Jimmy Neutron pelirrojo y sus problemas por rescatar a su hermano hubiese sido una silueta y sus problemas de existencialismo vacuo, BAM, Game of the Year. Pero hay que mirar un juego más a fondo y ver qué ofrece.

 

Max: The Curse of Brotherhood puede que no atraiga ninguna mirada entre el jugador hardcore por su protagonista, con un diseño claramente orientado a atraer al público infantil, y muchos no sabrán que la historia de Max se remonta a un juego anterior original de Wii y luego aparecido en otros sistemas, Max & The Magic Marker, donde conseguía ese rotulador mágico que vuelve a ser protagonista en esta nueva entrega, claro que la comparativa del control entre el original y la secuela puede ser lo único que se le pueda echar en cara a The Curse of Brotherhood.

 

La primera habilidad es crear pilares de tierra que incluso podemos inclinar ligeramente. Básico para crear plataformas, pero más adelante servirán para unir lianas, subir cajas y enemigos y mucho más.

 

Hace tiempo que un plataformas de físicas ha de ofrecer mucho más que palancas con un tablón y una piedra en un extremo o juegos de pesos con poleas, y Max: The Curse of Brotherhood nos permite jugar con los elementos de una forma más o menos predefinida pero que puede llegar a requerir toda nuestra atención sobre el escenario. Determinados puntos se iluminan, y ahí es cuando tenemos que sacar el rotulador mágico, controlarlo joystick mediante y trazar una línea que haga emerger un pilar de la tierra, una liana o una rama de una pared o un torrente de agua que nos impulse a una dirección determinada. Y el problema precisamente es haber escogido Xbox One como plataforma al ser la única que no permite un control más fluido para esas secciones de rotulador mágico, sin puntero, pantalla táctil o touchpad/ratón que agilice el dibujado que en los momentos en que tenemos que escapar de enemigos, requiere precisión y rapidez.

 

Pero quien no haya conocido ese control no encontrará carencias en el de Xbox One. Responde bien cuando tiene que responder y los momentos en que se exige precisión milimétrica no son los más difíciles, y gracias a que la resolución de puzles en los tramos finales no es 100% lineal, hay cierta permisividad que consigue ese efecto de hacernos sentir muy inteligentes cuando conseguimos un coleccionable oculto creando plataformas de una forma muy rebuscada cuando realmente hay formas más sencillas.

 

Cada punto de luz está colocado por algo. Puede parecer que no hay mucha libertad de movimientos y que sólo tenemos las opciones que nos ofrecen, pero cuantas más habilidades conseguimos, más posibilidades tenemos de resolver los puzles.

 

Es con esos coleccionables con los que el juego nos pide que aprovechemos todo su potencial, y más de uno nos hará pensar más de la cuenta o incluso volver a él en una segunda partida después de las siete horas aproximadamente del primer recorrido. Siete horas en las que avanzaremos constantemente en una variedad de situaciones que nos lleva desde aprender lo más básico hasta medir nuestros pasos en una cueva a oscuras o crear objetos sobre los que apoyarnos para dejarnos arrastrar por la corriente o guiar enemigos para que se eliminen entre ellos ante la incapacidad de Max de atacar hasta los compases finales del juego.

 

Max: The Curse of Brotherhood no quiere engatusar al público simplemente con pura apariencia, y eso que no es un aspecto que descuide en absoluto. Sabe ser un buen videojuego, variado, accesible y profundo, rejugable y generoso con el jugador, y también sabe representar perfectamente lo que queremos de la nueva generación, y más que un motor gráfico apabullante, lo que han conseguido aquí es que todo sea justo lo que tiene que ser, redondo, bien definido, bien animado, fluido y estable. Es un juego simple, pero es una compra de la que pocos se pueden arrepentir.

8

/ 10


<< Anterior Siguiente >>