Analisis Mass Effect 3 Omega ,PS3,X360

Menuda decepción que nos llevamos en Mass Effect 3 al ver que Aria T'Loak se limitaba a estar sentada en un sofá en el Purgatory y no daba más juego que una misión en la que ella misma no tenía mucho que ver. Casi lo mismo que lo que sentimos en Mass Effect 2 cuando, hablásemos lo que hablásemos con Liara, no había un cambio en su frío tono de voz ni se movía de su oficina, a menos que pagásemos por el DLC correspondiente. El segundo DLC para la campaña de Mass Effect 3 implica algo similar, pero sin reconciliaciones amorosas/amistosas de por medio, aunque cumple a medias las fantasías de muchos de tener a Aria a nuestro lado en combate.

 

 

Se nota que BioWare no tenía mucho más que contar de la guerra de Shepard contra los Segadores y ahora se dedica más a hablar de personajes y localizaciones sin la excusa de la guerra de por medio. El caso del anterior DLC, Leviathan, era una puñalada trapera a las carteras de los fans ya que no resultaba nada interesante hasta la secuencia final, que sí, llegaba incluso a cambiar algo el punto de vista del polémico final de la trilogía, pero era algo que perfectamente podíamos ver más que jugar. Con Omega pasa lo contrario. Es todo juego, y busca la implicación del jugador en la trama en varios momentos en los que tenemos que tomar ciertas decisiones, aunque no nos dejen escogerlas del clásico árbol de diálogos sino que vienen en forma de varios Quick-Time Events de virtud o rebeldía, algo que puede jugar malas pasadas a los más impulsivos que tiendan a darle al botón en cuanto aparece, o a los pacientes que quieren escuchar el discurso final de un villano antes de darle el tiro de gracia y, por no interrumpirle, pierden la oportunidad.

 

Pero como a estas alturas ya sabemos que, hagamos lo que hagamos, no las decisiones no tendrán efecto alguno sobre la historia del juego, nos centramos en disfrutar de la acción, esta vez con un Shepard acompañado por Aria y Nyreen, la primera hembra turiana que vemos en toda la saga, que no aprovecha para contarnos detalles sobre el desconocido género, sino que estos datos son añadidos al códice al terminar la misión de retomar Omega de las garras de Cerberus. Más detalles interesantes que encantarán a los más entregados por la saga, pero serán estos mismos fans los que echarán de menos no poder pasearse por Omega una vez terminemos esta misión.

 

 

El asteroide-ciudad en el que pasamos la mayoría del tiempo en Mass Effect 2, conociendo a nuestra banda de casi hermanos tripulantes de la Normandía, se nos muestra desde muchos ángulos, pero una única vez. Minas, canales, zonas residenciales, y cómo no, el Afterlife de Omega, pero sólo una vez, y nunca más podremos volver a menos que lo hagamos desde otra partida, con lo que ni siquiera podremos volver para completar las misiones secundarias que nos vayan proponiendo y que no hayamos cumplido en su momento. A pesar de ser una experiencia de una sola vez, merece la pena sólo por conocer más de esa Omega que, en el fondo, en Mass Effect 2 sólo visitamos superficialmente.

 

 

Como expansión de acción, Omega se deja disfrutar casi al nivel de La Guarida del Corredor Sombrío (aunque sin tanta variedad), sobre todo gracias a los nuevos tipos de enemigos y a la variedad de poderes bióticos y tecnológicos de nuestras acompañantes, todo un placer para quien disfrute más de dirigir las acciones del equipo y del uso de poderes que de la acción simple de un Shepard de clase Soldado. Omega añade entre tres y cinco horas (dependiendo del nivel de dificultad) de acción a Mass Effect 3 en forma de un contenido que se nota que ha sido retirado de la campaña principal porque parecería un relleno destinado únicamente a mostrar a Aria en acción. ¿La pega? Que ni siquiera por 15€ o 1200 Microsoft Points se queda para siempre en nuestro equipo, pero nos sirve para conocerla algo mejor, y para ver tres o cuatro escenarios nuevos que nos recuerdan por qué amamos tanto a Mass Effect.

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