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Analisis Final Fantasy XV ,PS4

El JRPG más interesante que vas a jugar este año.
Martes 06 de Diciembre de 2016 por Adrián Suárez Mouriño

Final Fantasy XV es un JRPG moderno, valiente y uno de los videojuegos más interesantes que vas a jugar este año. Square Enix ha dignificado las pensiones de los juegos de rol así como el dinero que ganamos, ha aportado ideas nuevas y sensacionales al concepto de party y hasta se ha atrevido a coger la navegación en coche de un GTA y hacer que funcione con distintas intenciones. Conduciendo nuestro Regalia charlamos sobre las recetas de Ignis, nos paramos para que Prompto nos saque una foto y Gladio aprovecha para leer un par de capítulos de su libro. La noche llega y las carreteras se convierten en lugares peligrosos, y todos nuestros amigos nos piden, por favor, que nos vayamos a dormir.

 

Final Fantasy XV es un viaje de carretera entre amigos por un mundo roto por la guerra, Noctis crece al lado de ellos y nosotros con él. Todos juntos, tenemos la misión de darle a Insomnia el rey que necesita y la paz que la recomponga. Para llegar a este juego Square Enix ha necesitado reconstruirse, se ha fijado en Mass Effect 2, en Dragon Age Inquisition, en Kingdom Hearts, en Uncharted y también en los trabajos de Rockstar. Ha cogido todo eso y lo ha mezclado con toques de Final Fantasy VI, VII, VIII y X; sin olvidarnos de cosas buenas que trajo el XIII y sobre todo Lightning Returns.

 

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Lo nuevo y lo viejo se dan la mano en Final Fantasy XV con un firme propósito: elevar y actualizar la saga

 

El resultado es maravilloso, interesante y con la poco habitual capacidad de un AAA de sorprender; pero no es perfecto. Final Fantasy XV no ha sabido aportar misiones secundarias capaces de profundizar de verdad en su maravilloso universo aunque sí son divertidas en su mayoría, le cuesta encontrar el equilibrio entre mundo abierto y lineal (sobre todo en sus tramos finales) pero sabe usar ambos recursos por el bien de la historia, y la cámara de sus combates es un maldito desastre aunque uno la acaba asimilando. Estos problemas se suman a una magia desaprovechada, algunos combates clave que se resuelven con QTE y al poco desarrollo de algunos personajes secundarios, de dos en concreto, pero cuando llegas al final de la aventura solo recuerdas el formidable viaje entre cuatro amigos, la exploración de un mundo hermoso y el valor y buen hacer de Square Enix por haber sido capaz de ofrecer novedad en algo en lo que era novata: los juegos de rol en mundo abierto. Y la historia te sorprenderá gratamente aunque al principio no entiendas nada.

 

Antes empezar Final Fantasy XV es fundamental ver primero Kingsglaive y luego la serie Brotherhood. El título depende de la película hasta el punto de que esta funciona como una cinemática introductoria extirpada del juego. En Kingsglaive está el motivo por el que el mundo de juego entra en guerra y por qué Noctis y los suyos han de tomar una poderosa decisión. También se desarrolla ahí el personaje de Luna y se cimienta todo el trasfondo de Eos. Si tenéis la intención de empezar Final Fantasy XV sin ver esta cinta estáis cometiendo un error; y luego toca ver los pequeños capítulos de anime de Brotherhood, porque necesitáis conocer el pasado de Prompto y conocer a la hermana de Gladio.

 

La decisión de arrancar Kingsglaive del propio videojuego es polémica e invita a la reflexión, pero cuando se disfruta de Final Fanasy XV se comprende. Square Enix se ha querido librar de sus herramientas de siempre y buscar otras nuevas para narrar su historia. Convertir esa habitual escena introductoria en película y serie de animación le ha permitido llevar al jugador de una manera más ágil a la acción, también centrarse en lo que realmente importa: el viaje entre cuatro amigos. Lo que vemos al empezar el juego es un punto futuro de la historia: cómo han crecido para luego cogerlos de adolescentes y verlos madurar a través de nuestro juego.

 

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Ni se os ocurra jugar a Final Fantasy XV sin ver antes Kingsglaive y Brotherhood pues son parte fundamental del juego

 

Las cutscenes y las escenas cinemáticas tardan en llegar. Final Fantasy XV se compone de dos grandes momentos jugables, el primero es de un planteamiento más libre; es un patio de recreo juvenil para que Gladio, Prompto, Ignis y sobre todo Noctis disfruten, jueguen, combatan y construyan su personalidad. Noctis necesita tomar conciencia de la nueva realidad que ha de afrontar y su papel en ella. Cuando el juego entiende que como jugadores hemos llegado a ese punto se convierte en una experiencia más tradicional y se acelera, como el agua que pasa por un colador, hacia su conclusión de una manera lineal. Es decir: buscamos nuestro camino entre un montón de posibilidades y luego descubrimos que solo hay una, y vamos hacia adelante. Jugamos como niños y al final tomamos el único camino posible hasta la madurez.

 

Dicho así suena muy bonito y hasta perfecto, pero esta estructura de narración comete sus propios pecados. La libertad de un mundo abierto demanda misiones secundarias que nos dejen disfrutar de él, y que también nos hablen más de la tierra que recorremos. Final Fantasy XV acierta en lo primero pero no consigue destacar en lo segundo. Estas tareas acaban haciéndose repetitivas y las partidas de caza buenas e interesantes no llegan hasta muy avanzado el juego. En los tramos lineales Square Enix aprovecha para experimentar con jugabilidades con las que no está del todo cómoda como el sigilo o el survival horror, entregando tramos que no encuentran la manera de brillar pero que, de nuevo, son empleados para contar porciones de la historia que tienen sentido al final.

 

Por fortuna, los aciertos del juego hacen palidecer a sus defectos. Las misiones secundarias son repetitivas y hay tramos que en lo jugable son toscos, pero Prompto, Ignis y Gladio siempre tienen una opinión divertida, un comentario sobre ese enemigo al que te vas a enfrentar, una canción mítica de Final Fantasy que tatarear, una queja por no entender que un príncipe haga de recadero o una protesta por llevar varios días sin dormir. Final Fantasy XV es sólido en la pequeña escala y flojea en la grande, pero es gracias a tu grupo a que comprendes que es la primera la que importa. No importa la historia, lo fundamental es cómo la perciben nuestros protagonistas y cómo les cambia a ellos; tampoco es crucial el diseño del mundo sino cómo afecta a nuestros amigos y a nosotros.

 

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Final Fantasy XV hace crecer el concepto de party, de coche en un mundo abierto, de pensiones y dinero, pero sobre todo, el de la amistad jugada

 

Esto se aprecia en otros dos sitios más: en el uso de Regalia, nuestro coche, y en cómo subimos de nivel. La conducción de Regalia es semiautomática, una decisión tan valiente como arriesgada y que le va como anillo al dedo al juego. Mientras el coche nos lleva a dónde queremos surgen conversaciones en su interior que sustituyen a las habituales cutscenes, podemos ir mirando el mapa mientras lo hacemos, pidiendo al conductor que aparque para ir a buscar a ese enemigo, ese mausoleo o ese objeto que sabemos que está ahí, y también se producen misiones nuevas. No hay que olvidar que esto es un viaje de carretera, y en ellos es imprescindible detenerse para hacer turismo en lugares pintorescos. Las carreteras que recorremos se vuelven peligrosas por la noche; los cadentes acechan y pueden asaltarnos cuando cae el sol, obligándonos a frenar, aparcar y combatirlos, o huir más bien.

 

La presencia de la luna invita al descanso, pudiendo hacerlo en locales o en el campo. Final Fantasy XV cambia su manera de subir de nivel, primero conseguimos puntos de experiencia y luego especulamos con ellos para para hacernos más fuerte. Si descansamos a la intemperie subiremos de nivel con un x1 aplicado a esos XP, pero si lo hacemos en un hotel podemos hacerlo hasta con un x3. Es decir, podemos ahorrar XP, buscar el mejor hotel y subir de nivel a toda pastilla, claro que estos hoteles son caros. Es así cómo Square Enix hace algo que parecía imposible: dignificar las pensiones y darle un auténtico sentido al dinero en un juego de rol. Cuando descansamos, Prompto nos enseña las fotos que ha hecho, reímos al lado de nuestros compañeros y dormimos por fin.

 

Este planteamiento de juego no podría haber sido posible sin su fabuloso despliegue gráfico y artístico. Pese algún que otro frame tonto y que se arrastra en el tasa, el juego rinde muy bien, es estable y hermoso. El tamaño de los enemigos grandes les permite atemorizar y saber que necesitamos la ayuda de nuestros amigos, todo está diseñado con mimo y el ambiente está muy cuidado; y qué decir de la música, que es soberbia. Es un placer ir en coche y disfrutar de la contemplación del mundo de juego, pero eso sí, le seguimos pidiendo una mejor cámara al juego, en especial a la hora de combatir en espacios cerrados. Por fortuna, el excelente diseño de algunos mausoleos y mazmorras con vocación de puzzle nos hacen superar este hecho.

 

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El combate tiene una cámara horrible pero es muy divertido, con combates largos e intensos

 

Le decimos adiós a los combates por turnos, llega la acción. Las batallas en Final Fantasy XV son muy divertidas, beben de las de Kingdom Hearts pero siendo menos frenéticas. El cambio nos ha encantado porque permite a los personajes interactuar entre ellos de una manera espontánea, fresca y encantadora. Podemos pedirles ayuda, mejoramos sus habilidades para que interactúen mejor y nosotros cambiamos nuestra arma en función de las necesidades. Como decíamos en la introducción, es una pena que las magias no tengan una mejor implementación, que la cámara y el sistema de apuntado sean ineficaces y que a veces se dé cierta sensación de barullo; sin embargo y pese a todo, son sensacionales como apoyo a la idea central del título: que sus personajes hablen, colaboren y crezcan todos de la mano.

 

Final Fantasy XV ha dividido a la opinión de jugadores y prensa, y es fantástico que así sea porque esa es su vocación, la de dialogar con los nuevos usuarios de la saga y los de siempre y hablar de lo que significa hoy las siglas JRPG. Aplaudimos que la intención de esta nueva entrega numerada no sea la de complacer y sí la de entregar un potente discurso propio, la de hacer evolucionar por fin conceptos clásicos de un juego de rol japonés: cómo narrar, cómo son sus personajes y cómo son esos elementos con los que interactuamos. No hay combates por turnos, su relato es formidable y extraño, desordenado en ocasiones pero conciso al final y de los mejores de la franquicia, y choca contra los cánones de la saga porque pide ser entendido de una manera distinta a la habitual: a través del filtro de sus protagonistas y no a ella directamente. Su jugabilidad ofrece momentos desiguales porque ha tomado muchos riesgos, en ocasiones creerás que en Square Enix son unos genios y en otras que se han dejado devorar por las muchas referencias al videojuego occidental que aquí habitan; pero es entonces cuando Prompto hará un comentario, recordarás que lo amas y comprenderás el sobresaliente acierto que es este juego en su conjunto. 

 

Final Fantasy XV es un excelente nuevo acercamiento a una fórmula que necesitaba cambiar. Sinceramente, me ha recordado mucho al arriesgado y maravilloso Metal Gear Solid V. Ambos videojuegos han dado controvertidos y necesarios pasos hacia adelante, los dos tienen sus problemas sobre los que andan de puntillas sus excelentes decisiones de diseño y por eso hay que jugarlos. Subíos al Regalia sin prejuicios, sin desear nada más que disfrutar del acertado riesgo que ha tomado Square Enix con este videojuego, y valoradlo de igual modo. Si lo hacéis así, y sabiendo que sois lectores de esta casa, encontraréis aquí ese algo emocionante y distinto que le pedís siempre a este medio, os levantaréis de vuestro sofá tras una sesión de juego y descubriréis que seguís pensando en él, en esa magia especial que tiene, en una que es distinta e imperfecta, pero valiente y, por encima de todo, sobradamente sobresaliente. 

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