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Analisis Everybody´s Gone to the Rapture ,PS4

Una aventura con un encanto único.
Lunes 17 de Agosto de 2015 por Bruno Louviers

No soy una persona que conozca excesivamente la cultura inglesa. Sí, tengo en cuenta los tópicos del té, la educación y el bombín del mismo modo que ellos nos tienen en cuenta a nosotros los de la siesta, los toros y la paella; pero nada de eso es realmente algo español igual que lo otro tampoco es inglés. ¿Cómo representar entonces esas cuestiones culturales sin caer en las clásicas imágenes que se exportan de forma errónea o por pura pereza?


Ni idea, pero en The Chinese Room nos dejan explorar algunos aspectos de su visión del interior de la campiña más inglesa pese a que no hay un solo inglés para presentárnosla. Everybody’s Gone to the Rapture es un juego postapocalíptico donde no hay ni dios presente, pero podemos hacernos una grata idea de cómo eran las personas que vivían en los hogares y calles que exploramos. Efectivamente, este es uno de esos ‘juegos de andar’ que tan poco gustan a unos y que otros tienen tan en cuenta por su atrevido planteamiento.

 

La campiña inglesa es La Mancha de los británicos, más o menos.


Yo quisiera ponerme entre medias de ambas actitudes para juzgar a Everybody’s Gone to the Rapture, un juego, en mi opinión, sobre lo que dejamos atrás cuando no estamos, sobre lo que dejamos al mundo tras irnos. Es una proposición atrevida para un videojuego, y por eso la curiosidad inicial está ahí cuando te pones a jugarlo. The Chinise Room nos presenta un lugar precioso recreado en CryEngine con todo lujo de detalle. Es algo curioso para decir de un juego sobre la vacuidad. Everybody’s Gone to the Rapture está vacío pero es detallista.


Necesita ser así para funcionar, en realidad. Si no pudiéramos ver todos esos detallitos que destacan en el escenario, este juego no sería igual. Al no haber personajes, todo gira en torno a las ‘cosas’ que se nos presentan. Y con estas cosas descubrimos todo, desde la fecha en la que se ambienta el juego hasta qué le ha pasado a determinadas personas.


Si todo esto os da pereza, sabréis bien que esto no es vuestro tipo de aventura; pero quienes empiecen a ver el estilo de los creadores de Dear Esther, también sabrán que la exploración y la lectura de diálogos es fundamental para avanzar. Así es como se va construyendo la historia y parte de la ambientación. Afortunadamente, Everybody’s Gone to the Rapture es más interactivo que Dear Esther, que casi no es un videojuego. Hay información por todas partes y resulta difícil no ir pinchando por todas partes por mera curiosidad, y así vas enlazando una cosa con otra mientras te entretienes.

 

Esas lucecillas son muy importantes.


Todo lo que vas viendo en el juego es interesante, cautivador y misterioso. Es un valor fantástico para un juego donde solo puedes andar, acelerar poco a poco mientras aprietas R2 y leer e interactuar con cosas. Y como la recreación de la historia depende bastante de tu propio ritmo, es normal toparse con momentos individualistas, con experiencias propias a pesar de estar ahí para que todos las descubramos y para sorprendernos, pues hay unas llamitas/objetos brillantes/almas de los idos que pueden surgir de la nada para perturbar nuestra soledad y nuestra paz.


Estas sorpresitas son una muestra de los trucos que tiene The Chinese Room escondidos por todo el juego para hacernos avanzar y seguir intrigados. Su ambientación y sus lugares esconden toda esa historia a medio camino entre la ficción y el relato intimista. Y sin ser una historia especialmente compleja, es un premio que nos permitan irla desentramando mediante nuestras acciones.

 

No pienso explicaros esta imagen, que os pueda la intriga.

 

Cuanto más avanza, más cerca te sientes de esas extrañas luces que antes eran personas, que son voces dispares que componen un mismo relato y que vas tocando a la vez que se escapan entre tus manos por su condición etérea, fugaz, casi vacía y siempre fragmentada. Por eso es importante mirar desde todos los ángulos y explorar en profundidad todo el juego.


La suma de elementos de Everybody’s Gone to the Rapture es fabulosa, y aunque a muchos no les gustará su planteamiento de exploración, su intimidad expuesta por la indagación y su historia contada mediante retales de momentos pasados, es innegable que The Chinese Room han vuelto a ofrecer un juego atrevido e interesante para aquellos que buscan otras cosas en los videojuegos. No pasa nada porque no te gusten estas experiencias, del mismo modo que no pasa nada porque lo hagan, así que tened bien en cuenta todo esto antes de comprarlo, que luego vienen las quejas por los “juegos para gafapasta”.

 

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