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Analisis DiRT Showdown ,PS3

Sobrevive al desastre
Jueves 23 de Abril de 2020 por Rafa del Río

(Versión analizada: PlayStation 3)

 

Parece mentira pero da la impresión de que Codemasters nunca logrará hacer un juego de conducción tan elegante como el primer DiRT. Tan elegante, tan sobrio, tan dedicado exclusivamente al rally clásico... Nunca lo logrará, y parece que no tiene ni intención de intentarlo. Con DiRT Showdown toma un camino no tan completamente diferente a como venía avanzando la saga.

 

Los circuitos de gymkhana de DiRT 3 tenían sus adeptos, mientras que los apasionados del rally más tradicional lo veían más como un estorbo que otra cosa. Para los primeros está orientado este DiRT Showdown. No entraremos en cuestión de gustos, pero en lo que sí podemos entrar es en si realmente ha merecido la pena hacer del concepto este nuevo DiRT un juego completo, y sobre todo, si merece la pena pagar el precio de juego completo por este nuevo DiRT que no lo parece.

 

Desde luego, si nos ceñimos a la diversión y teniendo en cuenta que el ser humano se divierte con las desgracias ajenas y los accidentes más aparatosos, siempre y cuando no haya víctimas, DiRT Showdown puede llegar a divertir a cualquiera, y aún así, hay varios modos de juego que sacan a uno de situación.

 

Las carreras de latas con turbo destinadas a morir cortan un poco el rollo

 

Tanto para un solo jugador como para competir online, hay más de una decena de posibilidades de reyertas sobre ruedas, unas en circuitos bastante sencillos, pero con cruces, otras sobre circuitos de pruebas, y las últimas pero no menos divertidas, directamente en rings de metal y asfalto. Y la verdad, teniendo las divertidas y alocadas variantes de Destruction Derby, correr en un circuito para hacer tiempos apetece más bien poco, y ese es, quizás el punto más flaco de DiRT Showdown, el no haber conseguido separarse del todo de la competición de velocidad a pesar de haber eliminado por completo el velocímetro de los indicadores en pantalla, sustituyéndolo por una barra de vida y otra de turbo.

 

Cuando la norma principal es destruir al rival, hacer modos de juego en los que si nos paramos a embestir coches ajenos perdemos tiempo y acabamos perdiendo, es un error fatal. Error es también no regodearse con buenas repeticiones de los choques, algo que ya no son pocos los juegos que lo hacen, desde Burnout al último Ridge Racer, son muchos que en mayor o menor medida, plasman mejor las colisiones, protagonistas de este juego pero que apenas podemos ver como espectáculo.

 

Pero no todo van a ser errores. Uno de los principales aciertos de DiRT Showdown con respecto a muchos juegos de conducción, sean simuladores o no, es haber eliminado esa imposición de que los rivales son pesos muertos en medio de la carretera a los que es imposible desviar, mientras que ellos pueden dejarte haciendo ceros con un simple roce. Para los modos de competición por posiciones o tiempo como el Eliminador o el Conquistador de zonas, es vital saber voltear rivales de la CPU sin perder mucho tiempo o verte envuelto en un choque aparatoso, porque, como siempre, en cuanto menos te lo esperes y por muy bien que lo estés haciendo, estarán pisándote los talones por un dopaje absurdo que aprovechan cuando no les miramos.

 

Como si de Destruction Derby se tratase, pero en alta definición

 

Pero evidentemente en un party game sobre ruedas no podemos centrarnos en un modo para un jugador exclusivamente, aunque sea la forma de conseguir nuevos coches y mejoras, y una forma de pique con los amigos a los que poder enviarles tiempos y repeticiones al instante, lo más importante aquí es el multijugador. Y no para correr ni para hacerse tiempos y puntos en las gymkhanas, no. Un juego de lucha al volante al que le faltan los hadokens puede ser considerado como el único gran incentivo para que este DiRT Showdown merezca la pena.

 

Tanto en un ring cerrado en el que hacer puntos combinando choques y acabando con enemigos como en un ring abierto en el que tirar a los rivales por las bandas, es inevitable insultar a quien te empuja e insultar a quien acabas de destruir. Te sale solo, y acto seguido buscas al siguiente objetivo. Esta forma de diversión, como decíamos antes, es más vieja que Matusalén. No sólo podemos hablar de Destruction Derby, sino que en otros géneros, podemos remitirnos a uno de los minijuegos más divertidos de la saga Mario Party, rodar sobre una pelota y tirar a los rivales fuera del ring. Esto es lo mismo, pero con cuatro ruedas y carcasas metálicas con pintadas horteras.

 

Compiten de todo menos coches

 

¿Merece la pena entonces pagar el precio de juego completo por un par de modos interesantes, pero sin variantes, y un garaje con tantos coches que ni mirarás para utilizar sólo uno o dos? Es como para pensárselo, la verdad. DiRT Showdown sólo ofrece un concepto diferente pero no muy completo. Ni es tan elegante como el primer DiRT, ni es tan completo como el tercero, ni tiene una BSO tan buena como el segundo (dubstep y punk-rock en este caso).  

6.5

/ 10


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