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Analisis Deponia ,PC

Para jugadores con mono, pero no de tres cabezas.
Sábado 19 de Septiembre de 2015 por Diego Emegé

Nostalgia, qué mala víbora. Eres responsable de que mis recuerdos sobre las aventuras gráficas de los 90 sean todas relucientes. Lo sé porque al volver a jugarlas, o los juegos también sufren un proceso de erosión o en realidad la mitad no son tan buenas como las recuerdo (a excepción de algunas flores de loto de Lucas Arts). Pero ni con estas puedo evitar medir la calidad de un point and click según mis recuerdos del pasado. Deponia es, sin lugar a dudas, tan bueno como la mayoría de las aventuras de los buenos tiempos y, sin lugar a dudas, también paga su tributo con muchos de los fallos que suelen olvidársenos. Pero calma: jamás podría ponerme cínico con un juego que comienza con un relato cantado.

 

El estudio alemán Daedalic, responsable de habernos traído el encantador Whispered World y el no tan encantador Edna & Harvey, lanzó en 2012 este Deponia, que quedaría entre los dos juegos que acabo de citar, con una apariencia menos fantástica que el primero y un humor más agresivo que el segundo de los juegos. Rufus es nuestro protagonista: un tío vago y egoísta decidido a encontrar una forma de salir del basurero que es el planeta Deponia.

 

 

Es un point and click de libro en el que vamos encontrando objetos, guardándolos en el inventario y utilizándolos para resolver un problema más grande entre diálogos y puzles. Así, la historia avanza. Después ya toca aclarar y repetir cuantas veces sea necesario. Este, como ya ocurría con los viejos del lugar, cuenta con una variedad de personajes excéntricos, decenas de objetos para la saca y bromas por doquier. Estas últimas, por cierto, se dejan ver mucho y a pesar de algunas bajas en el proceso de traducción desde el alemán, aseguran la risa. Los puzles, por su parte, suponen poco desafío en la mayoría de las ocasiones, y no son especialmente originales.

 

No sé alemán, por lo que no podría delimitar hasta qué punto ha sufrido el juego con la traducción hacia el inglés, pero sí que es fácil percibir que muchas partes de diálogo han caído en traducciones demasiado literales, y en ocasiones esto provoca malentendidos. En una ocasión recuerdo que mencionaran un armario, cuando claramente acababa de abrir una caja. No voy a hacer un recuento, porque me gustaría pegar las traducciones tal cual, pero hay algunos ejemplos loquísimos en los que cualquiera diría que el traductor de Google ha metido mano.

 

 

Estas situaciones son pocas, pero la sensación de estar perdiéndose gran parte del sentido de lo que está ocurriendo es constante, y suele provocar que en vez de reírse con la broma, uno se quede parado pensando: “ah, je, je, se referirán a esto…”. En el caso de los puzles, estas traducciones provocan algún que otro quebradero de cabeza, al proponer acciones con objetos que en ocasiones no tienen conexión alguna con nuestra realidad como personas de este mundo. Es decir, que meten alguna que otra morcilla por aquí y por allá. Por otra parte, el trabajo de doblaje es muy sólido, tanto en cuestión de trabajo actoral como de reparto de voces.

 

El segundo acto del juego deja un sabor amargo: de golpe se abre un gran número de lugares que visitar, un montón de opciones y tenemos todos los puzles del acto a nuestra disposición, con lo que realizarlos en orden es cosa de suerte. La falta de dirección narrativa y de conexión lógica entre los puzles acaba provocando que deambulemos demasiado y, por lo general, caigamos en alguna guía que nos dé esa sensación de coherencia tras alguna hora dando vueltas. De hecho, esa amplitud de miras afecta a la apropiada realización de algunos puzles, que sin guía pueden tornarse confusos. Es una pena, porque más adelante Deponia vuelve a una ruta más lineal. Lo que no acaba de encajar es la inclusión del enésimo antihéroe como personaje principal.

 

 

Rufus es, hablando en plata, un capullo. Aunque su sexismo aparente pueda atribuirse a una simple cuestión de vaguería, no acabo de entender por qué querríamos convertirnos en una persona tan indeseable al jugar. Es borde y arrogante, y no en un sentido irónico o divertido. La mitad del tiempo cuesta estar en su piel. Quizá se me haya cruzado el pobre Rufus, pero es la sensación que me ha dado. El juego parece saberlo —a medias—, porque más adelante hay un intento de redimirlo, aunque no de una forma significativa. No ayuda el que se pase toda la partida tratando de engancharse a una moza caída del cielo antes que el resto del pueblo. La única mujer aparte de ella en todo el juego es la exnovia de Rufus, que solo existe para ser un incordio desagradable que en cierto momento acaba drogado. Es muy probable que no acabe de entender la situación por una cuestión cultural alemana, por lo que pido perdón si para otras personas es muy obvio.

 

Visualmente, a pesar de recordar a Edna & Harvey, su diseño artístico es mucho más resultón, y esta vez parece haber estado detrás un estudio de animación de los de antaño. Los diseños de escenarios y personajes son memorables, y las animaciones en sí son espléndidas: se nota el esfuerzo y se agradece. Igual que con la banda sonora, que más os vale buscar aunque no queráis jugar a Deponia.

 

 

Los que llevamos años queriendo volver a jugar a una gran aventura gráfica hemos caído alguna que otra vez en los títulos alemanes que, como el juego de Daedalic Studios, acaban por frustrarnos con experiencias limitadas y que no acaban de redondearse. La historia parece dar por sentado que nos va a resultar fantástico que en este universo existan mujeres medio elfas medio robots, igual que no nos importará dejar sin resolver cuestiones del pasado que no dejan de mencionarse a lo largo de todo el juego. Por cada puzle bien encajado, hay otro que no tiene sentido, y por cada diálogo hilarante hay otro que nos deja con cara de circunstancia. No obstante, creo que es digno de ver. Tengáis o no el síndrome de abstinencia de la aventura gráfica, debéis recordar que el estudio hizo un gran esfuerzo por no convertirse en un titulillo nostálgico más. Deponia habla por sí solo, y eso es indiscutible… Aunque a veces no entendamos lo que quiere decir…

7.5
/ 10

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