Analisis Days Gone ,PS4

Inicio las líneas de este texto con una sensación muy diferente a la que pensaba hace unas semanas que me iba a invadir en este momento. Después de decenas de horas junto a Days Gone, completando todos sus contenidos principales y parte de sus secundarios, puedo alcanzar una conclusión que para mí resulta inamovible: se trata de un mundo abierto divertido, muy tradicional y que apenas toma riesgos, dejando a su paso un reguero de oportunidades desperdiciadas para convertirse en un título exclusivo verdaderamente imprescindible, algo que solo termina resultando para los amantes más puros del género.

 

Las primeras horas junto a Days Gone son ilusionantes. El mundo se presenta hostil, con un personaje protagonista muy inestable debido a sus vivencias personales y con una incertidumbre que ayuda a tomar nuestra moto con precaución, a cuidar de cada bala y a temer la asolación de los infectados. Sin embargo, conforme avanzamos en la aventura y comprendemos cómo funciona su estructura, descubrimos una historia que no pasa de ser cumplidora, una ristra de misiones y encargos de relleno, con una repetición de situaciones y mecánicas que no sacan todo el potencial de ese mundo que en un primer instante parece tan prometedor, pero cumpliendo y resultando casi siempre divertido.

 

 

Nos ponemos en la piel de Deacon St. John, un errante que se dedica a viajar por las carreteras de Oregón junto a su compañero Boozer tratando de sobrevivir, más de dos años después de que el mundo se fuera a la mierda y de que su vida al completo perdiera el sentido. El día en que un extraño virus convirtió a una enorme parte de la población en infectados (personas que han perdido su condición humana, movidos ahora como una colmena de insectos en busca de presas y poco más) perdió a su mujer, Sarah, a la que no ha podido olvidar y la que sigue estando presente en cada paso de su vida. La historia de Days Gone avanza en ambos sentidos: el de la situación de Deacon y Boozer como errantes en el mundo, encontrando a otros supervivientes y campamentos para los que cumplir recados, como en el de la situación vital del protagonista y su evolución sentimental. 

 

Days Gone es un título muy cinematográfico, quizás más de lo que al propio título le vendría bien. Veremos multitud de secuencias cinemáticas, conversaciones por radio y diálogos en los campamentos. Como decía, la trama va ganando algunos enteros conforme avanzan las horas y se precipitan ciertos acontecimientos, pero su concepción de mundo abierto hace que se nos narre de forma irregular, a veces entrando en contradicciones narrativas por los caminos y elecciones tomadas por el propio jugador, con unos diálogos muy pobres que apenas nos terminan dejando dos o tres escenas para el verdadero recuerdo. Esto trastoca por completo el ritmo y la evolución de la obra, pues hace que la obtención de habilidades y de poder para Deacon sea muy lenta al tener que atenerse a los desarrollos del argumento. Como apunte, debo decir que el doblaje al castellano resulta muy deficiente, no por la calidad de los actores y actrices sino seguramente por el contexto en que se realizó la grabación de las líneas. Algunas de ellas cuentan con errores no corregidos, directamente, otras nos sacan totalmente de la situación y aquellas que deberían estar más trabajadas (diálogos en cinemáticas importantes) mantienen el mismo tono. Os recomiendo jugarlo en versión original.

 

 

Me da la sensación, con tantas horas pasadas junto al juego (no sabría deciros exactamente cuántas pues no existe indicativo, pero muchas decenas) de que a Days Gone le hubiese venido mucho mejor haberse alejado de la historia, que hubiera sido mucho más testimonial (teniendo en cuenta su calidad, además, no hubiésemos perdido demasiado) y haberse centrado mucho más en la acción, en proporcionar herramientas de destrucción al jugador y que desde un principio se sintiera poderoso para hacer frente a las hordas. Estas son el peligro más grande que encontramos en el título: agrupaciones de cientos de engendros que no dudarán en lanzarse de golpe a por nosotros si nos descubren. Es cerca del final de la historia cuando comenzamos a tener armamento y habilidades necesarias como para hacer frente a estos peligros, dejando un vacío muy grande y alejando las sensaciones de lo que muchos tenían previsto. 

 

El problema es que el momento en que realmente nos sentimos cómodos ante las hordas y los enemigos llega muy tarde. Days Gone va alargando en exceso su duración rellenando su mundo abierto de encargos y misiones de recadero como hacía tiempo que no veía, provocando que la mayor parte del tiempo, tanto durante la aventura principal como en los objetivos secundarios, lo pasemos realizando actividades intrascendentales, idénticas entre sí y que terminan repitiéndose en exceso con el paso de las horas. Ve aquí, coge este objeto y vuelve. Ve a este otro lugar, mata a todos los enemigos y vuelve. Ahora vete a este otro campamento, acaba con todos los engendros y vuelves, mientras yo me quedo aquí mirando al cielo. Los peores convencionalismos de los mundos abiertos que parecían haberse perdido en gran medida con los grandes exponentes del género se dan de la mano aquí, ocupando además gran parte de la experiencia. 

 

 

La moto es el elemento más diferenciador de Days Gone respecto a cualquier otro mundo abierto génerico del mercado, siendo lo más interesante de la obra pero una pieza que también podía haberse aprovechado mucho más. Tenemos que cuidarla, pues es nuestro único medio de transporte, teniendo en cuenta sus daños mecánicos y la gasolina, pues podremos quedarnos tirados en medio de la nada en caso de que ocurra. Esto último no me ha pasado ni una sola vez en el juego, puesto que las gasolineras se suceden y las garrafas de gasolina se prodigan por los rincones. Cuando obtengamos créditos y reputación de cada uno de los campamentos podremos mejorarla, con nuevas piezas que mejoran sus parámetros. 

 

La conducción, una vez te acostumbras, es satisfactoria, y aprovecha uno de los mejores elementos del mundo abierto de Days Gone: las inclemencias climatológicas. Seremos testigos de lluvias, nevadas y otros efectos que variarán de forma visual el escenario (en ocasiones de forma muy espectacular) y que harán que el comportamiento de la moto difiera entre unos terrenos y otros. No deja de ser algo bastante testimonial, la verdad, pero visualmente cumple muy bien. Por norma general, el mundo es bonito, lo suficientemente grande y pequeño, con zonas de sobra gozosas para los amantes del modo foto, que también encontramos en la obra. No es el juego más espectacular a nivel visual de PS4, pero sí es uno de sus elementos más positivos. Quizás viendo el resultado de este apartado y el de otros, a la obra le hubiese venido mucho mejor haber sido un título de inicio de generación (para que nos flipáramos con lo que es capaz de hacer una nueva consola a nivel gráfico) que haber aterrizado casi en sus últimos compases.

 

 

Cuando no queda más remedio que lanzarse al campo de batalla, las cosas cambian un poco. Days Gone utiliza un sistema de sobra conocido, utilizado y explotado por multitud de mundos abiertos cuando los enemigos son humanos, con un sistema de disparos y coberturas típico, de sigilo e inflitración todavía menos original (esperad muchos arbustos mágicos que nos hacen invisibles y misiones donde obligan a utilizarlos, sin poder matar a los  enemigos) y una inteligencia artificial de nuestros agresores que brilla por su ausencia. Comprobando, de hecho, cómo son los diálogos de toda la obra y de cómo se comportan los enemigos armados, uno comprende cómo ha sido posible que el mundo entero se haya ido a la mierda. Cuando nos toca enfrentarnos a infectados o animales se utiliza un sistema que a mí no me ha convencido del todo. Básicamente tendremos que correr, rodar para evitar los golpes y disparar o atacar cuerpo a cuerpo sin parar. Un medidor de estamina mostrará en todo momento hasta dónde podemos seguir corriendo o rodando, provocando que una vez terminado sea complicado sobrevivir si estamos acorralados.

 

Si el sistema de combate, tanto en humanos como en criaturas, fuese muy satisfactorio, se podrían perdonar muchos de sus errores al ser divertido repetir acciones, pero no es perfecto. El supuesto gameplay de presentación del juego queda ahora confirmado como una pequeña mentira: Deacon no se mueve con esa fluidez ni existen tantas animaciones. Deberemos hacer uso de su sistema de crafteo para crear bombas incendiarias, armas cuerpo a cuerpo o tónicos de salud para poder sobrevivir. Esto lo haremos desde un menú automático, deteniendo casi al completo la acción. Entendedlo como una especie de The Last of Us, menos realista en los disparos y menos contundente en las acciones cuerpo a cuerpo, con un sistema de crafteo desde un menú y no en tiempo real. Para sobrevivir a una horda u a otros peligros es más importante tener un surtido de armamento suficiente en el inventario que a ser jugadores habilidosos, para que me entendáis mejor.

 

 

A pesar de todo ello, Days Gone consigue que no se haga demasiado pesado ir avanzando en su historia, sobre todo en sus primeros tramos. Aquellos que sepan perdonar su concepción de mundo abierto tradicional, con la utilización de iconos y la ausencia de evolución orgánica, sus misiones repetitivas y poco atractivas, encontrarán una aventura con la que pasar muchas decenas de horas muy entretenidas, pues incluso al terminar la historia principal será momento de optar por los mejores equipamientos y enfrentarnos a los mayores peligros del mundo abierto. Es un título divertido y entretenido, notable en la mayoría de aspectos (que de eso no quepa duda), pero que queda lejos de lo que una producción de este calibre debería ser, con un potencial enorme que termina desperdiciándose en ocasiones. Altamente recomendado para los amantes de los mundos abiertos tradicionales que perdonen esta falta de riesgo, por supuesto, pero algo insuficiente para el resto.

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