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Analisis Bravely Second ,3DS

Segundas partes siempre fueron buenas.
Lunes 22 de Febrero de 2016 por Bruno Louviers

Ya os comenté en el avance la inmensa gracia que me hizo el arranque de Bravely Second. En apenas un minuto, me topé con un 90% de los tópicos de un JRPG de corte clásico y me mofé muchísimo del asunto. En parte, porque se supone que esta saga va un poco en contra de eso. Y en parte, porque mejor quitárselos de un golpe nada más empezar.


Hay que decir que las primeras dos horas de Bravely Second son un poco coñazo y que no arranca de verdad hasta que constituyes tu equipo de cuatro héroes y tienes un par de trabajos, esto es, las clases con las que ganas magias y habilidades con cada nivel de dicho trabajo que vas subiendo.


Por fortuna, llegado a ese momento, el Final Fantasy por otro nombre de Square Enix brilla con luz propia y, aunque no se separa en absoluto de la fórmula de Bravely Default, se hace muy entretenido hasta los últimos compases del juego, que se alarga más allá de las 50 horas sin vergüenza alguna a lo largo de 6 capítulos.

 


Como ya sabréis, la miga de este juego no está en su mundo – de JPG típico, perfectamente intercambiable con los mapas de Final Fantasy I a V –; ni en su historia – “oh, cáspita, han raptado a la papisa Agnes, ¡tenemos que salvarla a ella y al mundo, ya que nos ponemos!” –; ni en sus clases, que en su mayoría están sacadas de anteriores Final Fantasy y tienen nombres ligeramentes diferentes.


Huelga decir que se les ha dado una vuelta de tuerca a varias de estas clases, ajustando un poco aquellas que estaban más sobradas en Bravelt Default y que hacían los 9,999 demasiado sencillos con la combinación correcta. Aquí se pueden conseguir también, por supuesto, pero hay que currárselo un poco más. Y los nuevos oficios, que no son muchos, tienen su encanto y soy muy fan del Hechicero y del Gatomante, aunque este último solo por la idea de usar felinos en combate, no por su mierda de habilidades.

 


El desarrollo de personajes es una de las grandes bazas y de lo que más horas ocupará en el juego, pues todos queremos las mejores habilidades pasivas de cada clase: un mago con la habilidad pasiva de hechicería, y luego magia negra y astrología es una cosa loquísima, igual que un ojo de halcón con las mejoras de espadachín o auriga.


Tener las clases y habilidades que molan, sin embargo, exige grindear. Este eterno enemigo de los adultos con poco tiempo pero algo de pasión todavía por los JRPG ha sido vencido por una brillante idea de Bravely Second. Si consigues matar en un solo turno a todos los enemigos de un combate aleatorio – los cuales ahora se pueden reducir o aumentar a frecuencias del 50% o el 100% –, puedes inmediatamente lanzar otro combate con un multiplicador de experiencia y de puntos de trabajo. Si sois un poco hábiles y usáis el Brave con cabeza, duplicar o triplicar los puntos obtenidos y hacer cinco combates con 200 puntos de trabajo o más resulta bastante sencillo. Y esto pasadas solo 10 horas: hacia el final del juego, esa suma crece a lo loco.

 


Por supuesto, el combate de Bravely Second sigue siendo tan interesante como en su antecesor: organizar estrategias al acumular turnos con el Default o al gastarlos por anticipado con el Brave es fundamental para vencer a los jefes finales, pero también para hacer los combates aleatorios más rápidos. Yo me he pasado el juego gastando los ocho ataques físicos seguidos de mis dos guerreros en el primer turno para acabar rápidamente con el combate que tengo delante y seguir avanzando. Obviamente, esto entraña sus riesgos. o matas a los enemigos en ese turno de ocho ataques o luego tienes que usar a los magos y tirar de valiosa magia para finiquitar el asunto, casi siempre desperdiciando MP en enemigos casi muertos.


Y tengo la sensación de que se han currado más las estrategias para cada enemigo. Ya no vale con acumular turnos, tener a un personaje para curarse y atacar con un mago y dos tipos de guerreros físicos. Ahora hay que estar muy pendiente de cómo utilizan los jefes a sus ayudantes, cómo se turnan sus habilidades más potentes y qué efectos pueden tener tus magias en ellos. La diferencia entre un jefe imposible y uno que es muy reconfortante de vencer puede estar en cómo usas un Default y las habilidades de contraataque, de refuerzo de defensas o de rebote de magia. Descuartizar a un bicho inmenso rebotando tus magias en un reflejo de tu compañero que hace Default todo el rato es casi risible.


Es una lástima, sin embargo, que no hayan innovado más en este aspecto. El combate, al fin y al cabo, es igualito al de Bravely Default. No ha cambiado nada, y aunque eso no puede ser algo malo porque sigue siendo divertido, me hubiera gustado encontrarme con algo nuevo. Activar el Bravely Second, que para el tiempo mientras consume unas pócimas que compras con hasta un máximo de 3 puntos especiales que se generan solo con el tiempo de juego, tampoco supone una gran novedad, que digamos.

 


Bravely Second es tremendamente continuista, y eso no puede ser bueno de cara a una tercera entrega, o para aquellos que se hayan acabado recientemente Bravely Default. Encontrarse de nuevo con escenarios reciclados de dicho juego no es tampoco de gran ayuda. Vale que estamos en un mismo mundo y que en dos años no ha podido cambiar tanto como para que sea completamente diferente, pero vaya, algo se podría haber hecho para que no se repitieran ciudades, cuevas y personajes.


Por fortuna, Bravely Second mejora en algo que todos pedíamos: no se repite tantísimo, o al menos, no en la misión principal. Puede que las secundarias para conseguir asteriscos extra no sean gran cosa, pero al menos no se te obliga a farmear y repetir secciones como en el anterior juego para poder terminarlo. Ese crimen que hizo Square Enix con Bravely Default aquí está ausente.


Y hablando de misiones secundarias: mucho cuidado con ellas. Cada una te permite conseguir un asterisco con una nueva y siempre necesaria clase nueva, pero a costa de descartar otra. Tener que elegir entre el espadachín o el invocador me dolió tanto como dejar escapar al cazador para poder conseguir al mago negro. Una putada, pero que al menos hace más comprometedor el tema de los oficios.

 


Así que así queda la cosa: Bravely Second es clavadito a Bravely Default, con algunos cambios puntuales en cómo funcionan los oficios, con misiones secundarias algo diferentes y con el resto de elementos (historia, personajes, mapa) tan poco interesantes como entretenidísimo es el sistema de combate por turnos. Está claro que este es el juego que debería haber sido Bravely Default en un primer momento.


Por fortuna, ha pasado tiempo suficiente entre uno y otro como para que los fans de los JRPG perdonen la reiteración de ideas y se queden con lo positivo, como he hecho yo: construir los guerreros perfectos es satisfactorio y más rápido que antes. Luchar con ellos es una auténtica gozada. Y los jefes finales son exigentes y te obligan a usar con mucha precisión el sistema de Brave y Default. Yo no le pedía mucho más a esta secuela, aunque es verdad que me hubiera gustado recibir trabajos más atrevidos o nuevas ideas para el combate.

 

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