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Analisis Borderlands 2 ,PS3,X360

Más y mejor Borderlands.
Lunes 07 de Octubre de 2019 por Álex Pareja

Por algún motivo, un pedo siempre es gracioso. El humor, en su carácter más primitivo y básico, tiene la facultad de gustar y esbozar una sonrisa en nuestras caras. Quizá haya gente especialmente seria caminando por este mundo, pero los chistes de tetas, al más puro estilo Leslie Nielsen, siguen siendo un éxito. Y eso es uno de los puntos clave de Borderlands y ya lo vimos en su primera parte. Nosotros encarnamos un personaje que transmite seriedad y mantiene la compostura pero, a cada paso que damos encontramos toda una multitud de personajes –tanto enemigos como amigos- que perdieron algún que otro tornillo en sus travesías por Pandora y nos avasallan con sus comentarios más burdos y soeces.

 

Quizá ese aspecto de desequilibrio, que sitúa el comportamiento de tanto individuo en su punto más primitivo, sea uno de los métodos que más nos ponen en situación dentro de Borderlands. Un puñado de personajes que, dominados por un demente, se ven empujados a un estado de locura donde la violencia es lo único que da sentido a sus vidas. Esto, junto con otros aspectos más obvios, como la jugabilidad y el diseño, son las bases que Gearbox ha instaurado en su franquicia como sello de identidad. Por tanto, ese es el alma del título. ¿Qué es lo que hizo que su primera entrega se dividiera en opiniones tan dispares? Era un juego que atraía, te llamaba, pero a su vez era susceptible a acabar olvidado en la estantería a la primera de cambio, pudiendo envolver de pereza la idea de retomarlo tras un descanso.

 

Los cuatro nuevos protagonistas hacen que no echemos de menos a los originales, que además aparecerán a lo largo de la aventura.

 

Ese es uno de los puntos en los que se ha trabajado especialmente. Es un crimen que un shooter, capaz de destacar de una u otra forma, tropiece a mitad de camino y se quede a medias en esa oportunidad. Lo que ocurre en esta nueva entrega es que esa sensación de monotonía y repetición, que brotaba como un geiser de nuestro interior según avanzábamos en el juego, se ve suavizada por un talante más guionizado. Con esto Gearbox consigue justo lo que le faltó al primer volumen, que sea el título quien tire de nosotros y no al contrario.

 

Una facultad que tiene Borderlands, más esta segunda parte, es la de emborracharnos con un armamento. Según recorremos Pandora, vamos topando con nuevas pistolas, escopetas, rifles, generando en nosotros una inclinación hacia el síndrome de Diógenes. Es un poco lo que comentábamos hace tiempo el compañero Alejandro Pascual y yo hablando de por qué no sabemos jugar a Skyrim. Recorremos el mundo en el que nos encontremos recogiendo todo cuanto encontramos, sin criterio y tan solo justificado con el “por si acaso”. Y así seguimos muchos de nosotros, hasta que nos damos cuenta de que no puede ser y nos vemos, una y otra vez, calculando puntos de daño, velocidad de recarga. Así que vamos tirando objetos para recoger otros y ganar algún punto que otro de letalidad.

 

Juega solo y lo pasarás bien, pero juega en cooperativo y llegarás a la esencia de Borderlands 2.

 

El gran reclamo que notamos en esta generación es la casi total ausencia de inteligencia artificial o subrutinas más complejas. En Borderlands 2 ocurre algo singular. Los enemigos son, en su mayoría, la fauna del planeta y los pobres perturbados que forman los ejércitos de Jack. ¿Qué significa esto? Que el protagonista de los conflictos y combates no es tanto un comportamiento inteligente y estratégico, como la presencia y potencia de ataque de estos sujetos. Normalmente nos encontramos en dos tipos de situaciones. Por un lado un enemigo fuerte y varios más débiles nos atacarán. Los pequeños utilizarán su rapidez para distraernos, mientras el grande nos acribilla desde lejos, consumiendo nuestro escudo y nuestra vida. El segundo caso es la presencia de un enemigo que podríamos tomar como un coloso (por ejemplo el Goliath). Este es más difícil de abatir y sus golpes o disparos nos causan un daño alarmante. Estas son las situaciones básicas que forman el ajedrez de Borderlands 2, empujándonos a estudiar las zonas y los movimientos de cada enemigo para buscar el punto más flaco. Con esto nos damos cuenta de que la auténtica posibilidad de estrategia se encuentra en el modo cooperativo, donde la combinación de las habilidades de cada personaje hacen del combate una experiencia enriquecedora.

 

La falta de una IA más elaborada, con enemigos que nos busquen y sepan ponernos en jaque con una táctica de combate, queda en un segundo plano con esa multitud de armas y mejoras que nos envuelve en un profundo materialismo por tener siempre un arma mejor. Esa es la realidad. Ese coleccionismo que mencionamos, el empeño por obtener mejores cosas y mayor nivel, sin plantearnos hacia dónde vamos o cuál es la finalidad, es como la vida misma; tener un coche mejor, una tele 3D mejor o el último modelo de iPad, sencillamente porque es mejor. Nos es familiar y nos sentimos cómodos, porque los objetivos a corto plazo son los que alimentan nuestro día a día y es lo que queremos para nuestros personajes. Es la esencia del arte del "looteo", donde los medios justifican el fin, porque no hay fin en sí mismo. Podemos no encontrar nada reconfortante al final de Borderlands 2, pero su entorno rolero nos absorbe a cada paso que damos entre la distribución de puntos de experiencia y la obtención e intercambio de armamento, sin dejarnos pensar en nada más.

 

Esta segunda entrega de un FPS que entra por los ojos nos demuestra que ha aprendido y se ha convertido en un ser, de nuevo, mejor. Como si siguiera las teorías de Darwin, ha detectado que para sobrevivir en la industria tenía que ser más fuerte, y Borderlands 2 coge de la mano al jugador y le invita a seguir sus pasos. Gearbox se aprovecha del entorno que creó en 2009 para implementar lo que necesitaba, un contenido vivo y dinámico que nos invite a explorarlo. Más allá de las misiones secundarias que nos hacen matar un número determinado de bichos, de un sistema de niveles y habilidades a desbloquear, Borderlands 2 lo mezcla en un todo, dando una sensación de jugabilidad homogénea. Aun así se sigue percibiendo en el título una clara inclinación hacia el multijugador, quizá mas destacado ahora con la implementación de unas disciplinas más carismáticas.

8.5

/ 10


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