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Analisis Anthem PS4

El Himno de la Creación
Martes 26 de Febrero de 2019 por Rafa del Río

Lo nuevo de BioWare se aleja de los clásicos de la compañía y a la vez aprovecha un poco de lo aprendido en Dragon Age y Mass Effect para presentarnos un mundo dominado por el Anthem, el Himno, una herramienta con la que los Moldeadores originaron el mundo y que, tras su marcha apresurada, quedó abandonada y rota en la superficie del planeta. Encerradas algunas de sus notas en las viejas reliquias, su activación cambia las leyes físicas del mundo desatando cataclismos, creando temibles criaturas colosales y liberando gran parte de su terrible poder. En este planeta que mezcla medievo y futuro a partes iguales nos vemos representados en el papel de un librancero -o librancera-, miembros de una orden antaño heróica, ahora caída en desgracia, que se dedican a pilotar sus potentes armaduras robóticas llamadas alabardas fuera de las murallas del Fuerte Tarsis en una serie de misiones que son, a grosso modo, el núcleo de la experiencia de juego.  

 

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¡A las alabardas!

Anthem es un shooter cooperativo en tercera persona que plantea un único escenario de generosas proporciones y varios niveles de verticalidad en el que poco a poco iremos desbloqueando localizaciones propias y distintas dungeons necesarias para la narración de la historia. El movimiento por el escenario, desde una de las cuatro alabardas que incluye el juego, es una gozada: ágil, veloz y muy intuitivo, con la posibilidad de no tener que tocar el suelo una vez aprendemos a aprovechar la lluvia, el vapor de los lagos y el fluir de las cataratas para enfriar nuestros motores mientras continuamos en movimiento. Recorrido en exploración libre, la región cercana al Fuerte Tarsis ofrece varios eventos, cuatro titanes a destruir, numerosas bestias con las que practicar nuestras habilidades y un sin fin de materiales de construcción, recursos y cofres repartidos por el mapa, así como algunos puntos de interés por descubrir, ya sea a nuestro aire o en compañía de otros libranceros. 

 

En modo misiones el corte es algo más regular, con mucha acción plagada de tiroteos contra los clásicos enemigos minions, algún que otro enemigo de élite y un par de jefazos por el camino. Más allá del combate, Anthem ofrece varios puzzles sencillos, momentos en los que tendremos que recoger orbes de luz al vuelo para silenciar reliquias mientras esquivamos el fuego enemigo, y algunos extras como la desencriptación de datos in situ, la recolección de elementos para arreglar reliquias, y la búsqueda y montaje de explosivos para acceder a ciertas áreas o destruir instalaciones enemigas. Poca variedad dentro de la acción, lo que suele ser un mal endémico dentro del género al tener que compartir la experiencia con otros jugadores y que aún así guarda alguna que otra sorpresa agradable en forma de experiencias incorpóreas relacionadas con la Legión del Alba, el primer ejército de lanceros del que se guarda memoria.

 

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En cuanto a la jugabilidad, el combate es bastante agradable, muy en la línea de Lost Planet 2 con diferencias sustanciales entre las distintas alabardas y las armas con un arsenal que, sin ser una locura, cumple de sobra.  Distintos sub-tipos de cada tipo de arma que se añaden a los distintos tipos de ataques especiales de cada alabarda, sus componentes que aportan beneficios extra y su habilidad definitiva. Cuesta un poco adaptarse a las distintas armas y armaduras, cada una con sus puntos fuertes y debilidades, pero una vez encuentras tu armadura y tus armas, la experiencia se vuelve más gratificante con la posibilidad de construir las mismas armas, componentes y ataques especiales de mayor nivel para que no queden obsoletas en futuros combates. 

 

Dentro del fuerte, la cosa flaquea un poco. Las opciones de nuestro librancero se limitan a pasear por las zonas del fuerte que irán aumentando según avancemos en la historia, conversar con los lugareños y los personajes importantes de nuestra historia, explorar en busca de datos y textos que se unirán a nuestra biblioteca, aceptar diferentes contratos y misiones y acceder a la personalización de nuestra alabarda. No está mal, pero se habría agradecido algo más de interacción con este mundo que estamos protegiendo, cosas como poder comer, dormir, tener nuestro propio apartamento... contenidos que se echan en falta y que habrían potenciado la experiencia de Anthem y su valor, si bien hay que reconocer que no suelen estar presentes en este género de juegos. 

 

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Oh, librancero, mi librancero

Anthem mezcla una serie de inspiraciones ya vistas en la obra de BioWare para dar como resultado una sociedad en la que lo medieval y lo tecnológico se mezcla con lo actual con un tinte algo progre que ya conocimos de primera mano en los primeros Dragon Age. Junto a los libranceros, estos pilotos de alabarda con grandes semejanzas con los caballeros del Rey Arturo años ha y que ahora más bien parecen chicos de los recados tenemos a los centinelas, los arcanistas, los encriptadores, los reguladores, el corvus y varias castas más. Personas cuyas funciones revolotean bien alrededor del Himno y su comprensión, bien alrededor de las funciones más básicas de los asentamientos y ciudades. En el lado antagonista tenemos a los Escara, mutantes que habitan fuera de las ciudades y los asentamientos y que suelen asaltar las caravanas de Peregrinos; los Forajidos, bandidos comunes que aprovechan el miedo al exterior para realizar golpes y actividades de contrabando, y el Dominio, los malos malísimos, una misteriosa facción que busca apoderarse del Himno para usarlo en su propio beneficio. Junto a ellos tenemos infinidad de criaturas salvajes, monstruos, mutaciones y los poderosos titanes creados por la corrupción del Himno.

 

El lore, bastante completo en este sentido, se centra en este Himno, su fuerza creadora y cómo es percibido por los encriptadores, una casta de elegidos capaces de escuchar el himno y verlo 'todo', lo que los convierte en un aliado incuestionable para los libranceros al mantener con ellos un enlace mental durante sus misiones para advertirle de los peligros y darle las localizaciones de sus objetivos. Junto a ellos tenemos a los arcanistas, eruditos que investigan las reliquias en su búsqueda de la comprensión del Himno para evitar más catastrofes, y su reverso tenebroso del Dominio, que lo que buscan es el control del Himno mediante el Cenotafio, a pesar de que todo apunta a que es una fuerza incontrolable por la humanidad. 

 

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El día a día del librancero

Bien sobre el papel, algo peor en la práctica, el profundo lore de Anthem se codea con un ritmo de diálogos algo más fresco y 'modernito', muy en la línea de lo que acostumbra BioWare en sus juegos con un tono que a mí, personalmente, nunca me ha gustado. Demasiado buen rollito, ligoteo frugal y chorradita para estar hablando de una sociedad al borde del colapso, aunque estoy convencido de que tendrá su público fiel y hay que reconocer que el doblaje en castellano y la expresión corporal y gestos de los PNJs es sobresaliente. Al final esto se traduce en la necesidad de pasearnos por el Fuerte Tarsis entre misión y misión para hablar con nuestro encriptador Owen -o Faye- y llevar los resultados de la misión a los centinelas, los libranceros, los arcanistas o los encriptadores. También tendremos que estar al día del estado de nuestras misiones principales ya sea con nuestro contacto del Corvus o con Mathias, Owen, Dax, Haluk y el resto de personajes que van apareciendo según la trama aumenta. 

 

Una vez aceptados los contratos accedemos a la plataforma de alabardas, donde podremos ver al menú de misiones y contratos desde el que se nos da la opción de elegir cumplir alguno de los pendientes, seguir con la misión, jugar en modo libre o enfrentarnos a los Baluartes, una suerte de raids algo repetitivas que, afortunadamente, pronto verá aumentado su número y, según BioWare, su variedad

 

Tras cada misión, como suele suceder en estos juegos, recibiremos puntos de experiencia individuales que aumentarán nuestro nivel como pilotos -debería ser librancero, pero no- monedas, objetos, armas, equipo y puntos de experiencia de alianza. Sobre las armas y objetos hay que reconocer que Anthem no es parco en obsequios y procura mantener el interés con recompensas de sobra con las que armarnos o bien desmontar para luego fabricar nuestro propio equipo. 

 

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Sólo no puedes, con amigos sí

Una de las cosas que más me ha gustado de Anthem es cómo premia el juego en equipo creando matchmaking para cada momento del juego fuera del fuerte y manteniendo la partida incluso en caso de fallo de servidores, o crasheo: basta volver al juego para que éste te diga automáticamente que tienes una sesión pendiente y te pregunte si quieres volver a ella. Junto a este ir siempre en equipo, Anthem inventa la experiencia de Alianza, un sistema de niveles que potencian la obtención de experiencia al final de cada misión y que crea un fondo de monedas que se va acumulando según jugamos con más jugadores y que se nos da al finalizar la semana en forma de 'paguita'. Un sistema que facilita el acceso a cosméticos y componentes sin necesidad de pagar con dinero real.

 

Respecto al juego en común, se echan en falta algunas cosas. Por un lado, la rueda de comunicaciones es más inútil que un primo en el paro: un aplauso, un saludo y el lanzamiento de una bengala que no aparece en el mapa y que no sirve de nada. Sería interesante que se incluyeran nuevos comandos de comunicación así como un sistema de marcación de objetivo como el de Apex, por poner algún ejemplo. Tampoco el gestor de escuadra está bien implementado, ya que no permite administrar a los jugadores ni cambiarlos en caso de que alguno tenga que desconectar.

 

Por otro lado, incluye algunas cosas que sí son interesantes, como el salto automático a la zona objetivo cuando te despistas del equipo o la forma en la que fuerza la colaboración en determinadas zonas, haciendo que sea necesario jugar en equipo. Mención especial merece el sistema de combos, que hace que si atacamos en grupo a los enemigos con determinados ataques nos veamos premiados con una bonificación elemental de aura y veamos crecer mucho más rápido nuestra barra de habilidad definitiva.

 

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Alabardas

Hace unas semanas os hablaba de las alabardas y cómo estas se ajustan a cada forma de juego, por lo que no os voy a soltar el tostón otra vez. Valga como recuerdo que cada alabarda cuenta con la posibilidad de portar dos armas de fuego, varios componentes según el nivel del librancero, un ataque de golpeo, un ataque explosivo, una habilidad de apoyo y cuenta con una habilidad definitiva. La Comando, la más versátil, permite usar todo tipo de armamento y cuenta con una definitiva que siembra el escenario de pequeños misiles. La Colosso, tipo tanque, es especialista en armas grandes y lanza un ataque de artillería de pequeñas bombas nucleares sobre el campo de batalla. La Tormenta, tipo elemental, puede flotar sobre el escenario e incluye ataques elementales con una definitiva que lanza tres devastadores ataques sobre el campo de batalla en tres oleadas distintas. Finalmente mi favorita, la Interceptor, es la más ágil, puede encadenar tres saltos, tres esquivas, ataques cuerpo a cuerpo ilimitados y su definitiva la vuelve invulnerable permitiéndole recorrer el escenario acuchillando a los enemigos o rescatando compañeros caídos por un breve periodo de tiempo.   

 

Cabe destacar aquí el tema de la personalización, un sistema que nos permitirá elegir los materiales de nuestra armadura e incluso crear nuestros propios colores con los que pintarlos para darle a nuestra alabarda ese toque personal y único que mola dar en estos juegos, y lo mejor, completamente gratis. Lo que no es gratis son los nuevos aspectos y los adhesivos, si bien se pueden comprar con dinero de juego por un precio que, por ahora, parece mucho más asequible de lo que suelen ser estos elementos en otros juegos por el estilo.

 

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El veredicto... a día de hoy

Lo he intentado por activa y por pasiva, a la fuerza y con embudo, pero no logro ver gran parte de ese drama que parece afectar al juego y que a mis ojos, será por la vejez, me parece de contornos difusos. Sí, habría molado que Anthem no se sintiera tan musou en sus combates y que añadiera elementos al día a día dentro del Fuerte Tarsis, que hubiera justificado el papel de Bioware detrás del guión y el desarrollo con ese algo más que los de Dragon Age y Mass Effect saben darle a sus juegos y que no, no tiene por qué ser necesariamente sexo.

 

También es cierto que Anthem ha tenido bugs y sigue teniendo algunos, que a veces los servidores fallan y la partida se crashea -lo cual no es tan malo porque al volver al juego podemos continuarla- y que los diálogos son tan joviales y modernos que me entran ganas de ir con mi mejor cara de Clint Eastwood a aporrear la pared con el mango de la escoba y gritarle a esos mozalbetes que dejen de hacer tanto ruido y de ser tan chachi guays, que les quedan dos días de vida. Por otro lado, ofrece un mundo que en Xbox One X se ve de lujo gracias a varios truquis que hacen que la distancia de dibujado sea una pasada... aunque no sea tal, el sonido es una maravilla, con una banda sonora de esas de señores cantando con voz hueca en el baño con mucho eco e instrumentos épicos para la ocasión, y la experiencia de juego, a pesar de ser mejorable, tiene momentos memorables. 

 

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Más allá de algunas secundarias que parecen sacadas de una sit-com juvenil y algunos personajes altamente apaleables, Anthem ofrece algunas buenas historias con un lore profundísimo que suena a desaprovechado, pero al que le queda mucho por crecer en el futuro. Sin ir más lejos, BioWare ha anunciado contenidos gratuitos para todo el año en una hoja de ruta para este trimestre que promete nuevos eventos que se unirán a los 3 añadidos del 22 de febrero, nuevas misiones legendarias para el end game -bastante flojucho si no vas a disfrutarlo con amigos- y más componentes estéticos y materiales en marzo. Un mes después, en abril, llegará la posibilidad de crear clanes y sumarnos a ellos, un nuevo sistema de maestría, ocho nuevos eventos de mundo libre, un nuevo baluarte, suponemos que acuático: The Sunken, y tablas de puntuación. Un calentamiento para lo realmente gordo, el Cataclismo, el primer gran evento multitudinario que llamará a todos los libranceros a luchar por Fuerte Tarsis a la espera de dos nuevos actos del modo historia que llegarán a lo largo del año. 

 

Promesas interesantes, sobre todo por aquello de no ser de pago, aunque al final no es esto lo que debe empujarte a comprar o no Anthem. En realidad, si lo quieres o no, todo depende de lo que te hiciera sentir en esa beta abierta que pudimos disfrutar antes del lanzamiento y que fue la ocasión perfecta para ver lo que ofrecería: A día de hoy la jugabilidad es su punto fuerte, y ahí es donde radica su interés. Si te sientes con ganas de volver a volar libremente y enfrentarte en compañía a peligros cada vez mayores moviéndote con total libertad por el escenario mientras disparas a diestro y siniestro y rebanas pescuezos, es tu juego. Si consideras que no es para tanto, lo mejor es esperar a ver qué tal funcionan estos añadidos prometidos que, por ahora, parten con la ventaja de ser gratuitos. 

 

¡Nos leemos!

7.5

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