1. Mundogamers
  2. Analisis
  3. PS4

Analisis Amplitude ,PS4

Ritmo, destreza y tres dedos. 
Lunes 11 de Enero de 2016 por Álex Pareja

El ritmo, según la definición oficial, es la forma en que se suceden y alternan una serie de sonidos que se repiten periódicamente en un determinado intervalo de tiempo. Toda la música tiene un ritmo determinado e incluso existen personas que lo tienen y no lo tienen. Ese movimiento que es capaz de marcar los compases y de introducir en ellos distintos sonidos hasta formar, en algunas ocasiones, una composición digna de ser escuchada, es lo que da vida a la obra que hoy nos ocupa.  

 

Amplitude, más allá de ser un juego musical, es un juego de ritmo. No utilizamos ningún instrumento en concreto ni es necesario que contemos con algún periférico que emule alguno de ellos, sino que más bien nos ponemos en la piel de un productor de estudio, que con sus distintos aparatos es capaz de recrear el sonido de casi cualquier instrumento existente y con el que consigue crear una de esas composiciones sonoras dignas de ser escuchadas y disfrutadas.

 

 

Un simple mando y tres dedos son suficientes para emular a este productor musical en Amplitude, que simplemente debe seguir el ritmo cada vez que debe enfrentarse a una nueva pista que va a introducir un nuevo instrumento a la canción que se está generando. Percusión, sintetizadores, guitarras, voces... todo se consigue con tres dedos, que van siguiendo las notas del instrumento en concreto y que deben ser pulsadas en el momento preciso.

 

Lo que hace extremadamente bien esta obra (y que ya hacía en su primera versión de hace años) es que no parece una simple sucesión de elementos que el jugador debe sobrepasar pulsando los botones sin más. Hay algo en cada canción que hace pensar que realmente estamos siendo partícipes de su creación, más allá de pulsar los botones correspondientes para ir ganando más o menos puntos. Y todo tiene que ver con el concepto que os he comentado al principio.

 

 

Lo más importante en Amplitude es el ritmo, o más bien, conseguir seguirlo. El nivel de dificultad, unido a nuestra propia habilidad y velocidad con los dedos, obviamente, también influyen, pero si eres capaz de introducirte en el ritmo de la canción y sabes interpretar cada uno de los sonidos que se producen en cada uno de los instrumentos que estás reproduciendo, se hace mucho más sencillo. Acompañar el ritmo de la canción con la cabeza o con nuestro pie, como a veces hacemos de forma inconsciente mientras escuchamos música, se convierte en la pieza angular del propio concepto de juego.

 

Ir encadenando pistas victoriosas se convierte en un proceso gratificante y poderosamente adictivo. Cada vez estaremos más familiarizados con la canción, por lo que es sencillo repetir una y otra vez hasta conseguir una mayor cantidad de puntos, o al menos conseguir los mínimos errores posibles para que la canción que estamos reproduciendo no cuente con saltos o cortes demasiado notables.

 

Existen distintos potenciadores que conseguimos si completamos esa sucesión de notas de forma exitosa

 

Destaca, también, la selección de canciones de Amplitude, dejando al lado que sean más o menos famosas. La mayoría, esta vez, han sido compuestas para la ocasión por la propia Harmonix o por otros estudios de videojuegos, lo que hace que muchas de ellas (aunque no todas) se adapten perfectamente al tipo de juego, con pistas muy bien diferenciadas que ayudan al jugador a emularlas a través de su concepto de pura habilidad. Reconoces perfectamente la percusión, te adaptas al ritmo y consigues sacar adelante ese compás, pasando rápidamente a la siguiente pista y añadiendo un sintetizador, por ejemplo, que también escuchas perfectamente bien. Encadenar pistas e instrumentos sin fallar conseguirá que obtengamos cada vez más puntos, mientras que si fallamos o dejamos pasar la posibilidad de encadenar una pista con otra, obtendremos menos puntos y perderemos vida.  Si encadenamos notas y pistas de forma satisfactoria, todo terminará siendo un éxito; si encadenamos fallos, terminaremos fracasando y tocará empezar de nuevo.

 

 

Amplitude también cuenta con un modo campaña, que en realidad no deja de ser una excusa para que podamos desbloquear más canciones y para que podamos ir superándolas bajo un contexto especial. En este caso, se nos propone viajar por distintas regiones de un cerebro humano, que se encuentra en estado comatoso. Expandiremos sus funciones cerebrales activando las canciones que intentaremos superar una por una. Las canciones que desbloqueemos estarán disponibles en el modo Partida rápida, donde también podremos desbloquear otras muchas. Al final, la obra solamente quiere que disfrutes de cada canción y consigas sacar el máximo provecho de ellas.

 

 

Otro aspecto que destaca es la posibilidad de jugar con otros jugadores, que solo necesitarán otro mando para poder unirse a la partida (podremos hacerlo con un máximo de cuatro personas simultáneamente). La diversión en este caso se multiplica y se convierte en un gran añadido para nuestro salón cuando tenemos acompañantes, sirviendo de excusa para poder disfrutar de un momento de ocio sin muchas complicaciones, ya que la propia concepción del juego y su desafío, basado en el ritmo y en la destreza, es fácil de entender y asimilar. Y sin cachivaches de por medio.

 

Quizás sean pocas canciones en total, 30, todas ellas de un corte electrónico, que podemos superar en apenas unas pocas horas. De nosotros dependerá si queremos extraer más provecho intentando sacar la máxima puntuación en cada una de ellas, aumentando la dificultad de forma exponencial e intentando convertirnos en mejores jugadores a cada momento. Los niveles más altos de dificultad son demenciales y, desde luego, nada fáciles de dominar.

 

 

Amplitude tiene una propuesta sencilla pero muy eficaz, que consigue unificar sin utilizar instrumentos reales (o nada que los trate de emular) la propia esencia de la creación de música: ritmo, dedicación, destreza y habilidad. El que busque eso lo va a encontrar y va a disfrutar, aunque puede que se quede corto para aquellos que no quieran asumir más retos que los de superar, simplemente, cada canción sin obsesionarse por el medidor de puntos. Amplitude nos ofrece un ritmo concreto y dependerá de nosotros mismos si sabemos seguirlo o no. 

7
/ 10

<< Anterior Siguiente >>